Después de que la mujer le mojó los pies y antes de perdonarla, Jesús puso una comparación con la que explicó una idea importante a su anfitrión, Simón. Asemejando el pecado a cuantiosas sumas de dinero que los deudores no podían devolver, le dijo: “Dos hombres eran deudores a cierto prestamista; el uno le debía quinientos denarios, pero el otro cincuenta. Cuando no tuvieron con qué pagar, él sin reserva perdonó a ambos. Por lo tanto, ¿cuál de ellos le amará más?”. Simón le respondió: “Supongo que será aquel a quien sin reserva le perdonó más”. Y Cristo replicó: “Juzgaste correctamente” (Luc. 7:41-43). Todos nosotros le debemos a Dios obediencia. Por eso, cada vez que le desobedecemos y pecamos, no le estamos pagando aquello a lo que tiene derecho. Y de esta manera acumulamos deudas ante él. No obstante, nuestro Padre es como un prestamista dispuesto a cancelar las deudas. De ahí que Jesús animara a sus discípulos a rogarle a Dios: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores” (Mat. 6:12). Lucas 11:4 no deja ninguna duda sobre lo que son estas deudas, pues las llama directamente pecados.
La parábola de los dos deudores —o del fariseo y la mujer pecadora, como se la llama a veces— se encuentra en Lucas 7:36–50.
Se trata de un hermoso relato de amor, misericordia y gratitud. Un erudito del Nuevo Testamento la describe como «uno de los tesoros religiosos del mundo occidental.
La parábola en sí es muy corta. Son apenas dos versículos en medio de la acción y el diálogo que se producen con ocasión de la visita y comida de Yahshua en la casa de Simón el fariseo. Aunque la parábola es breve, pone de relieve el perdón de YHWH y cuál debe ser nuestra actitud frente a él.
Answers & Comments
Verified answer
Espero que sea esto lo que vuscas
Después de que la mujer le mojó los pies y antes de perdonarla, Jesús puso una comparación con la que explicó una idea importante a su anfitrión, Simón. Asemejando el pecado a cuantiosas sumas de dinero que los deudores no podían devolver, le dijo: “Dos hombres eran deudores a cierto prestamista; el uno le debía quinientos denarios, pero el otro cincuenta. Cuando no tuvieron con qué pagar, él sin reserva perdonó a ambos. Por lo tanto, ¿cuál de ellos le amará más?”. Simón le respondió: “Supongo que será aquel a quien sin reserva le perdonó más”. Y Cristo replicó: “Juzgaste correctamente” (Luc. 7:41-43). Todos nosotros le debemos a Dios obediencia. Por eso, cada vez que le desobedecemos y pecamos, no le estamos pagando aquello a lo que tiene derecho. Y de esta manera acumulamos deudas ante él. No obstante, nuestro Padre es como un prestamista dispuesto a cancelar las deudas. De ahí que Jesús animara a sus discípulos a rogarle a Dios: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores” (Mat. 6:12). Lucas 11:4 no deja ninguna duda sobre lo que son estas deudas, pues las llama directamente pecados.
El perdon.
La parábola de los dos deudores —o del fariseo y la mujer pecadora, como se la llama a veces— se encuentra en Lucas 7:36–50.
Se trata de un hermoso relato de amor, misericordia y gratitud. Un erudito del Nuevo Testamento la describe como «uno de los tesoros religiosos del mundo occidental.
La parábola en sí es muy corta. Son apenas dos versículos en medio de la acción y el diálogo que se producen con ocasión de la visita y comida de Yahshua en la casa de Simón el fariseo. Aunque la parábola es breve, pone de relieve el perdón de YHWH y cuál debe ser nuestra actitud frente a él.
que no hay que parar bola a las cretulencias de la gente
Paga bien a quien te presta.
1+1=+2