Que Florencia de la V es chaqueña es una verdad que ella misma se encarga siempre de recordar.
Sin embargo, los pocos detalles de su niñez o su permanente regreso a Resistencia quedaron en la intimidad de sus amigos. Ellos atesoran, con su testimonio de vida, un proceso que comenzó con Roberto Carlos Trinidad y que culmina en lo que hoy es: la gran diva de la televisión y el teatro de revistas. En el medio, el debate sobre su sexualidad corre por sus costados y no parece afectar una carrera meteórica, que la ubica en las pantallas de todo el país, con picos de rating que todos envidian y una presencia mediática omnipresente.
“Nació para ser una estrella”, repite una y otra vez Eduardo Sanova. Es que no hay explicaciones, más allá del destino, para comprender cómo Florencia de la V logró ascender al punto más alto del star system nacional.
Nacida en el viejo Hospital de la Madre y el Niño, el 2 de marzo de 1976, pasó pocos años de su infancia en villa Los Lirios, signada por las carencias y una madre que falleció demasiado temprano. Con el resto de la familia, su hermano Jony, con quien tiene una relación entrañable, y con su padre se trasladaron a Buenos Aires, precisamente a Lomas de Zamora, donde se crió a los tumbos, y pudo terminar la escuela primaria y secundaria. En el transcurrir de los años su sexualidad maduró hasta que asumió su femineidad y construyó su condición “de mujer”; puso en jaque a la lógica de la naturaleza y a las convenciones culturales; y, sobre todo, a su propia familia, que se escandalizó cuando, en un cumpleaños de 15 se presentó, pública y sorpresivamente, con su ya asumido nuevo género.
El sello del Chaco
“Villa Los Lirios, rincón florido, el dulce nido, de mi niñez”, reza el reconocido chamamé de Ernesto Montiel y Quico Silva, que canta a veces, emocionada, Florencia de la V. Los pocos años que pasó en ese barrio -quizá aquellos en los que se imprime el mundo en cada memoria- serán el sello de su historia. Años después, los hermanos Roly y Eduardo Sanova cerrarán un círculo, ya que ellos, por entonces en Buenos Aires también, habían crecido en la misma villa de la vieja LT5 Radio Chaco.
Pero para que llegara el año 95, debieron transcurrir muchos veranos en los que -paulatinamente- se transformaría en el personaje que hoy delira a los hombres y genera admiración en las mujeres. En ese tiempo no se trató sólo de asumir cada una de las condiciones de su nuevo esquema femenino, sino decidir qué hacer con su vida. Tuvo varios oficios y sorteó, con éxito, el camino casi inevitable que el travestismo se disputa con la prostitución. Los sueños de novela, que cubrieron tardes enteras su televisor, alimentaron sus aspiraciones estelares.
Aquella madrugada El recorrido tuvo como guía a los hermanos Sanova, quienes la bautizaron y aportaron, con sus propios talentos, a la construcción de una nueva estrella.
“La conoció mi hermano una madrugada de 1995”, recuerda Eduardo. “Estaba sentada en un banco de la Plaza de Almagro, abatida y desesperanzada, sin saber qué rumbo tomar, qué hacer de su vida”.
El encuentro será decisivo y gravitatorio porque, en plena noche porteña, renacieron las calles de Villa Los Lirios, los alambrados de casas humildes, las zanjas y los gallos.
“La vida da vueltas y ella finalmente encuentra gente que la ayuda, que es del Chaco”, sintetiza. “Es increíble, pero la tierra los hermana a la distancia”. Ya estaba en marcha el nacimiento de un mito. El primer paso será el nombre, pequeño gran detalle en esta historia.
De la muerte de Karen nace Florencia
“Cuando Roly la encuentra en Almagro se llamaba Karen, cuyo nombre a mi hermano no le gustó porque le pareció de ***** y no pegaba con ella, que era muy linda, muy hermosa”, recordó Eduardo .”Entonces le dijo que, desde entonces, se llamaría Florencia, nombre que aceptó inmediatamente: de esa manera murió Karen”.
El nombre estaba para una mujer que acababa de renacer con nuevo destino, pero faltaba el apellido: “Mi hermano recordó el nombre de una familia que había criado a nuestra mamá Maruca, en el interior de Corrientes”, reveló. “Esta familia existe y es muy tradicional. Son los Mehave de la Vega. Y no hubo dudas: quedó así”. Luego el apellido compuesto se sintetizaría para llegar al primer bautismo: Florencia de la Vega.
Había nacido una estrella y la marcha comenzaba, incipiente, bajo las luces de la fama: “Nosotros agitamos y pusimos en marcha este fenómeno”, dice el artista chaqueño, de gran trayectoria en el diseño gráfico, primero, y de indumentaria después. “Comenzamos a producirla, no sólo en su cuerpo sino en su carrera, y la presentamos en cuanto concurso y casting existiera”, recordó.
Por entonces los sueños de una tira diaria en la tele eran tan lejanos como imposibles, pero el destino de estrella estaba trazado. Roly y Eduardo le dieron techo y convivieron del 95 al 98 en años de gran crecimiento, locura y delirios, de crear una imagen y definir estrategias, de avanzar multiplicando reconocimiento.
Resistencia su primer amor
Afirma el dicho popular que siempre se vuelve al primer amor, como se regresa a la tierra donde se nació. Y en el medio de aquella vorágine, entre las más rutilantes estrellas del país, Florencia volvió a Resistencia años después de aquellos tiernos tiempos de niñez: “La trajimos en el 96 y mi familia, impactada por su sencillez, la adoptó rápidamente”, recordó Eduardo. “Hoy, cuando los vecinos de mi mamá la ven en la tele, recién caen en cuenta de quién vino tantas veces a nuestra casa y pasó navidades sentada en la vereda, con todos nosotros”. La nueva familia creó vínculos fuertes con la diva, entre ellos, con la tía Elisa, a quien siempre nombra: “Cuando la trajimos tenía 19 años, no estaba maquillada ni producida y, sin embargo, no dejó a nadie sin impactar”, rememoró. “Los vecinos venían a verla y preguntaban por ella”. Desde entonces vino durante tres fines de año a pasar con su nuevo círculo de afectos y regresó cuantas veces pudo. Se la vio infinidad de veces en el Café de la Ciudad, en Nino y en otros tantos lugares tradicionales, siempre en compañía de amigos y haciendo de su estrellato y su simpleza una síntesis, que la proyectan como una de las estrellas que harán historia en el espectáculo argentino.
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El verdadero nombre es: Roberto Carlos Trinidad
Aqui te copio la historia de Florencia de la "V":
Que Florencia de la V es chaqueña es una verdad que ella misma se encarga siempre de recordar.
Sin embargo, los pocos detalles de su niñez o su permanente regreso a Resistencia quedaron en la intimidad de sus amigos. Ellos atesoran, con su testimonio de vida, un proceso que comenzó con Roberto Carlos Trinidad y que culmina en lo que hoy es: la gran diva de la televisión y el teatro de revistas. En el medio, el debate sobre su sexualidad corre por sus costados y no parece afectar una carrera meteórica, que la ubica en las pantallas de todo el país, con picos de rating que todos envidian y una presencia mediática omnipresente.
“Nació para ser una estrella”, repite una y otra vez Eduardo Sanova. Es que no hay explicaciones, más allá del destino, para comprender cómo Florencia de la V logró ascender al punto más alto del star system nacional.
Nacida en el viejo Hospital de la Madre y el Niño, el 2 de marzo de 1976, pasó pocos años de su infancia en villa Los Lirios, signada por las carencias y una madre que falleció demasiado temprano. Con el resto de la familia, su hermano Jony, con quien tiene una relación entrañable, y con su padre se trasladaron a Buenos Aires, precisamente a Lomas de Zamora, donde se crió a los tumbos, y pudo terminar la escuela primaria y secundaria. En el transcurrir de los años su sexualidad maduró hasta que asumió su femineidad y construyó su condición “de mujer”; puso en jaque a la lógica de la naturaleza y a las convenciones culturales; y, sobre todo, a su propia familia, que se escandalizó cuando, en un cumpleaños de 15 se presentó, pública y sorpresivamente, con su ya asumido nuevo género.
El sello del Chaco
“Villa Los Lirios, rincón florido, el dulce nido, de mi niñez”, reza el reconocido chamamé de Ernesto Montiel y Quico Silva, que canta a veces, emocionada, Florencia de la V. Los pocos años que pasó en ese barrio -quizá aquellos en los que se imprime el mundo en cada memoria- serán el sello de su historia. Años después, los hermanos Roly y Eduardo Sanova cerrarán un círculo, ya que ellos, por entonces en Buenos Aires también, habían crecido en la misma villa de la vieja LT5 Radio Chaco.
Pero para que llegara el año 95, debieron transcurrir muchos veranos en los que -paulatinamente- se transformaría en el personaje que hoy delira a los hombres y genera admiración en las mujeres. En ese tiempo no se trató sólo de asumir cada una de las condiciones de su nuevo esquema femenino, sino decidir qué hacer con su vida. Tuvo varios oficios y sorteó, con éxito, el camino casi inevitable que el travestismo se disputa con la prostitución. Los sueños de novela, que cubrieron tardes enteras su televisor, alimentaron sus aspiraciones estelares.
Aquella madrugada El recorrido tuvo como guía a los hermanos Sanova, quienes la bautizaron y aportaron, con sus propios talentos, a la construcción de una nueva estrella.
“La conoció mi hermano una madrugada de 1995”, recuerda Eduardo. “Estaba sentada en un banco de la Plaza de Almagro, abatida y desesperanzada, sin saber qué rumbo tomar, qué hacer de su vida”.
El encuentro será decisivo y gravitatorio porque, en plena noche porteña, renacieron las calles de Villa Los Lirios, los alambrados de casas humildes, las zanjas y los gallos.
“La vida da vueltas y ella finalmente encuentra gente que la ayuda, que es del Chaco”, sintetiza. “Es increíble, pero la tierra los hermana a la distancia”. Ya estaba en marcha el nacimiento de un mito. El primer paso será el nombre, pequeño gran detalle en esta historia.
De la muerte de Karen nace Florencia
“Cuando Roly la encuentra en Almagro se llamaba Karen, cuyo nombre a mi hermano no le gustó porque le pareció de ***** y no pegaba con ella, que era muy linda, muy hermosa”, recordó Eduardo .”Entonces le dijo que, desde entonces, se llamaría Florencia, nombre que aceptó inmediatamente: de esa manera murió Karen”.
El nombre estaba para una mujer que acababa de renacer con nuevo destino, pero faltaba el apellido: “Mi hermano recordó el nombre de una familia que había criado a nuestra mamá Maruca, en el interior de Corrientes”, reveló. “Esta familia existe y es muy tradicional. Son los Mehave de la Vega. Y no hubo dudas: quedó así”. Luego el apellido compuesto se sintetizaría para llegar al primer bautismo: Florencia de la Vega.
Había nacido una estrella y la marcha comenzaba, incipiente, bajo las luces de la fama: “Nosotros agitamos y pusimos en marcha este fenómeno”, dice el artista chaqueño, de gran trayectoria en el diseño gráfico, primero, y de indumentaria después. “Comenzamos a producirla, no sólo en su cuerpo sino en su carrera, y la presentamos en cuanto concurso y casting existiera”, recordó.
Por entonces los sueños de una tira diaria en la tele eran tan lejanos como imposibles, pero el destino de estrella estaba trazado. Roly y Eduardo le dieron techo y convivieron del 95 al 98 en años de gran crecimiento, locura y delirios, de crear una imagen y definir estrategias, de avanzar multiplicando reconocimiento.
Resistencia su primer amor
Afirma el dicho popular que siempre se vuelve al primer amor, como se regresa a la tierra donde se nació. Y en el medio de aquella vorágine, entre las más rutilantes estrellas del país, Florencia volvió a Resistencia años después de aquellos tiernos tiempos de niñez: “La trajimos en el 96 y mi familia, impactada por su sencillez, la adoptó rápidamente”, recordó Eduardo. “Hoy, cuando los vecinos de mi mamá la ven en la tele, recién caen en cuenta de quién vino tantas veces a nuestra casa y pasó navidades sentada en la vereda, con todos nosotros”. La nueva familia creó vínculos fuertes con la diva, entre ellos, con la tía Elisa, a quien siempre nombra: “Cuando la trajimos tenía 19 años, no estaba maquillada ni producida y, sin embargo, no dejó a nadie sin impactar”, rememoró. “Los vecinos venían a verla y preguntaban por ella”. Desde entonces vino durante tres fines de año a pasar con su nuevo círculo de afectos y regresó cuantas veces pudo. Se la vio infinidad de veces en el Café de la Ciudad, en Nino y en otros tantos lugares tradicionales, siempre en compañía de amigos y haciendo de su estrellato y su simpleza una síntesis, que la proyectan como una de las estrellas que harán historia en el espectáculo argentino.
Fuente: Diario Norte.
Roberto carlos trinidad
ni idea power
el verdadero nombre es carlos, no se el apellido pero juro que se llama carlos
JOTA MALLOR ( chiste sutil)
Ni idea, pero le decian "Cacho".