Ficciones de primer grado: Los hechos tienen más relevancia que los personajes, quienes suelen ser arquetípicos y planos. Además son constantemente traídos y llevados por la acción, sin que ésta los cambie o los transforme y sin que importe demasiado su psicología.
Estructura abierta: Inacabables aventuras, infinitas continuaciones posibles; la necesidad de hipérbole o exageración, la «amplificación» (cada generación tiene que superar las hazañas, hechos de armas o fama de su padre). Los héroes no mueren, siempre existe un camino abierto para nueva salida. Total falta de verosimilitud geográfica, lógica. Libros larguísimos, de aventuras entrelazadas.
Búsqueda de honra, valor, aventura a través de diferentes pruebas: es una estructura episódica donde el héroe pasa por distintas pruebas (como, por ejemplo, el paso del "Arco de los fieles amadores" en el Amadís) para merecer a su dama, desencantar a un palacio, o conseguir alguna honra reservada para el mejor caballero de su tiempo. Casi siempre la motivación principal del caballero es la fama y el amor.
Idealización del amor del caballero por su dama: amor cortesano, servicio de la dama, idolatría masoquista; relaciones sexuales fuera del matrimonio con hijos ilegítimos, pero siempre terminan por casarse.
Violencia glorificada: valor personal ganado por hechos de armas; combate individual para conseguir la fama; el valor superior implica moralidad superior, excepto jayanes (soberbios); torneos, ordalías, duelos, batallas con monstruos y gigantes. Como contrapunto, masoquismo amoroso.
Nacimiento extraordinario del héroe: hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos, muchas veces reyes; tiene que hacerse héroe, ganar fama y merecer su nombre; muchas veces tiene espada mágica u otros poderes sobrehumanos, y goza de la ayuda de algún mago o hechicero amigo.
Ideal cristiano de una Guerra Sagrada contra los turcos: Cruzada para defender Constantinopla (perdida de verdad en 1453). Evocación nostálgica de la Reconquista (terminada en 1492).
Geografía totalmente fantástica: viajes a nuevas tierras; monstruos como el Endriago, gigantes, pueblos paganos con ritos extraños; barcos encantados que pueden navegar distancias enormes en una hora; palacios mágicos, lagos encantados, selvas misteriosas.
Tiempos históricos remotos, míticos, sin referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas.
Tópico de la falsa traducción: los libros se presentan como traducidos de originales escritos en griego, alemán, inglés, toscano, árabe u otras lenguas, o como "manuscritos encontrados" después de largo tiempo ocultos o enterrados.
La novela de caballerías es un género literario en prosa, de gran éxito y popularidad en España y Portugal en el siglo XVI. Se escriben desde fines del siglo XV hasta 1602 y empiezan a perder su popularidad hacia 1550. Estas novelas de caballerías narraban las hazañas o proezas de un caballero. El último libro original, Policisne de Boecia, se publíca en 1602, pero muchos de los libros de caballerías siguen reeditándose durante todo el siglo xvii. También fueron muy populares en Francia, diversos Estados de Italia y otros países europeos, además de España.
La obra más representativa de este género fue la titulada Los cuatro libros de Amadís de Gaula, escrita al parecer en el siglo xiv en tres libros, pero cuya primera edición conocida es la de Zaragoza de 1508, en la versión refundida de Garcí Rodríguez de Montalvo, quien añadió el cuarto libro y además la continuó en Las sergas de Esplandián. A éste siguieron Florisando, de Ruy Páez de Ribera; el Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva; el Lisuarte de Grecia de Juan Díaz; Amadís de Grecia, Florisel de Niquea y Rogel de Grecia, los tres escritos por Feliciano de Silva; Silves de la Selva de Pedro de Luján y la Cuarta Parte de Don Florisel de Niquea de Feliciano de Silva. Varias de estas obras fueron traducidas a otros idiomas europeos, y con ello surgieron nuevas continuaciones, como la francesa Flores de Grecia y varias obras amadisianas en italiano debidas a Mambrino Roseo.
Aparte del ciclo de Amadís de Gaula, el más popular en España y Portugal fue el de los Palmerines, iniciado con la obra Palmerín de Oliva (Olivia según la primera edición), atribuida a Francisco Vázquez y continuada en español por el mismo Vázquez en Primaleón y al parecer por Francisco de Enciso Zárate en Platir. En portugués, el Primaleón fue continuado por Francisco de Moraes en el célebre Palmerín de Inglaterra, éste por Diogo Fernández en Duardos de Bretaña, y éste a su vez por Baltasar Goncalves Lobato en Clarisol de Bretaña. En Italia también se publicó una serie de obras que continuaba el ciclo de los Palmerines.
Otros ciclos populares fueron los de Clarián de Landanís, del que se conservan cinco libros impresos, aunque aparentemente fueron siete; y el del Espejo de Príncipes y Caballeros o El Caballero del Febo, del que subsisten cuatro libros impresos y uno manuscrito.
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Ficciones de primer grado: Los hechos tienen más relevancia que los personajes, quienes suelen ser arquetípicos y planos. Además son constantemente traídos y llevados por la acción, sin que ésta los cambie o los transforme y sin que importe demasiado su psicología.
Estructura abierta: Inacabables aventuras, infinitas continuaciones posibles; la necesidad de hipérbole o exageración, la «amplificación» (cada generación tiene que superar las hazañas, hechos de armas o fama de su padre). Los héroes no mueren, siempre existe un camino abierto para nueva salida. Total falta de verosimilitud geográfica, lógica. Libros larguísimos, de aventuras entrelazadas.
Búsqueda de honra, valor, aventura a través de diferentes pruebas: es una estructura episódica donde el héroe pasa por distintas pruebas (como, por ejemplo, el paso del "Arco de los fieles amadores" en el Amadís) para merecer a su dama, desencantar a un palacio, o conseguir alguna honra reservada para el mejor caballero de su tiempo. Casi siempre la motivación principal del caballero es la fama y el amor.
Idealización del amor del caballero por su dama: amor cortesano, servicio de la dama, idolatría masoquista; relaciones sexuales fuera del matrimonio con hijos ilegítimos, pero siempre terminan por casarse.
Violencia glorificada: valor personal ganado por hechos de armas; combate individual para conseguir la fama; el valor superior implica moralidad superior, excepto jayanes (soberbios); torneos, ordalías, duelos, batallas con monstruos y gigantes. Como contrapunto, masoquismo amoroso.
Nacimiento extraordinario del héroe: hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos, muchas veces reyes; tiene que hacerse héroe, ganar fama y merecer su nombre; muchas veces tiene espada mágica u otros poderes sobrehumanos, y goza de la ayuda de algún mago o hechicero amigo.
Ideal cristiano de una Guerra Sagrada contra los turcos: Cruzada para defender Constantinopla (perdida de verdad en 1453). Evocación nostálgica de la Reconquista (terminada en 1492).
Geografía totalmente fantástica: viajes a nuevas tierras; monstruos como el Endriago, gigantes, pueblos paganos con ritos extraños; barcos encantados que pueden navegar distancias enormes en una hora; palacios mágicos, lagos encantados, selvas misteriosas.
Tiempos históricos remotos, míticos, sin referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas.
Tópico de la falsa traducción: los libros se presentan como traducidos de originales escritos en griego, alemán, inglés, toscano, árabe u otras lenguas, o como "manuscritos encontrados" después de largo tiempo ocultos o enterrados.
Saludos!!!
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm no pos no se xD
yo lo estoy buscando para una tarea xD
La novela de caballerías es un género literario en prosa, de gran éxito y popularidad en España y Portugal en el siglo XVI. Se escriben desde fines del siglo XV hasta 1602 y empiezan a perder su popularidad hacia 1550. Estas novelas de caballerías narraban las hazañas o proezas de un caballero. El último libro original, Policisne de Boecia, se publíca en 1602, pero muchos de los libros de caballerías siguen reeditándose durante todo el siglo xvii. También fueron muy populares en Francia, diversos Estados de Italia y otros países europeos, además de España.
La obra más representativa de este género fue la titulada Los cuatro libros de Amadís de Gaula, escrita al parecer en el siglo xiv en tres libros, pero cuya primera edición conocida es la de Zaragoza de 1508, en la versión refundida de Garcí Rodríguez de Montalvo, quien añadió el cuarto libro y además la continuó en Las sergas de Esplandián. A éste siguieron Florisando, de Ruy Páez de Ribera; el Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva; el Lisuarte de Grecia de Juan Díaz; Amadís de Grecia, Florisel de Niquea y Rogel de Grecia, los tres escritos por Feliciano de Silva; Silves de la Selva de Pedro de Luján y la Cuarta Parte de Don Florisel de Niquea de Feliciano de Silva. Varias de estas obras fueron traducidas a otros idiomas europeos, y con ello surgieron nuevas continuaciones, como la francesa Flores de Grecia y varias obras amadisianas en italiano debidas a Mambrino Roseo.
Aparte del ciclo de Amadís de Gaula, el más popular en España y Portugal fue el de los Palmerines, iniciado con la obra Palmerín de Oliva (Olivia según la primera edición), atribuida a Francisco Vázquez y continuada en español por el mismo Vázquez en Primaleón y al parecer por Francisco de Enciso Zárate en Platir. En portugués, el Primaleón fue continuado por Francisco de Moraes en el célebre Palmerín de Inglaterra, éste por Diogo Fernández en Duardos de Bretaña, y éste a su vez por Baltasar Goncalves Lobato en Clarisol de Bretaña. En Italia también se publicó una serie de obras que continuaba el ciclo de los Palmerines.
Otros ciclos populares fueron los de Clarián de Landanís, del que se conservan cinco libros impresos, aunque aparentemente fueron siete; y el del Espejo de Príncipes y Caballeros o El Caballero del Febo, del que subsisten cuatro libros impresos y uno manuscrito.