Que al ser niño veias todo sin malicia, solo querias ser feliz sin dañar a nadie; al hacerte mayor dejaste de pensar de esa manera y comenzaste a ver el mundo y la vida con otros ojos, todo lleno de complicaciones. La palabra dice que para entrar al reino de los cielos hay q ser como niños. Suerte!
Esta un poco extenso el contenido pero espero te sirva de algo...
La oración nos lleva a la vida adulta en Cristo: "Cuando yo era niño, pensaba corno niño, juzgaba como niño, mas cuando fui adulto deje lo que era de niño" (1ra. de Corintios 13:11).
Asimismo el amor nos lleva a oraciones adultas. El niño ora por los suyos, por sà mismo, pero no se acuerda de interceder por los demás, simplemente no los ama.
En Juan 17 Jesús intercede por sus discÃpulos y luego por los que habrÃamos de creer por la palabra de ellos. Su amor iba más allá del presente a amar a los que no conoció en la carne.
Los grandes evangelistas que han visto verdaderos avivamientos, sentÃan pasión y compasión por los perdidos. De más está decir que eran intercesores que derramaban sus almas con gemidos y lágrimas. Y este amor que nace de una intensa relación con Dios, lleva a los creyentes maduros a amar a sus hermanos y aún al mundo.
Este gran juez, profeta y sacerdote entendÃa (que no era una doctrina) que dejar de orar por el pueblo era pecado contra Dios.
Alguien dijo: "Mal irá la obra cuando son más los organizadores que los agonizadores".
Aunque no nos suene bien, la Palabra dice que somos reyes y sacerdotes. Los dos cometidos primordiales de un sacerdote en el Antiguo Testamento era interceder por el pueblo y procurar su santidad. Con la venida de Cristo, Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, el antiguo sacerdocio fue abolido. Pero ahora en Cristo los convertidos no tenemos una tribu intercesora (la tribu de LevÃ) somos un pueblo de reyes y sacerdotes.
Aquà queda descartada la idea del sacerdote levita ofreciendo sacrificios muertos por el pueblo, puesto que Jesús con un solo sacrificio hizo perfectos para siempre los santificados.
Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo es ofrecernos en amor a ministrar a Dios sirviendo al prójimo.
Juan el evangelista, cuando hace su introducción de la profecÃa apocalÃptica (Apocalipsis 1:5-6) dice:
Si lo asocias con el contexto, te darás cuenta que se trata de una comparación entre la percepción de un niño con respecto a las cosas del mundo "adulto" y la percepción que ahora tenemos nosotros con respecto a las cosas que vienen y son perfectas.
Asà como este mismo niño crece y puede comprender mejor su entorno dejando su antigua y básica percepción de niño, asà cuando lo perfecto venga, comprenderemos lo grande de la plenitud de las riquezas en Cristo.
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Que al ser niño veias todo sin malicia, solo querias ser feliz sin dañar a nadie; al hacerte mayor dejaste de pensar de esa manera y comenzaste a ver el mundo y la vida con otros ojos, todo lleno de complicaciones. La palabra dice que para entrar al reino de los cielos hay q ser como niños. Suerte!
Creo que se podria aplicar a algunos ateos, aunque no se si lo puedan entender.
Esta un poco extenso el contenido pero espero te sirva de algo...
La oración nos lleva a la vida adulta en Cristo: "Cuando yo era niño, pensaba corno niño, juzgaba como niño, mas cuando fui adulto deje lo que era de niño" (1ra. de Corintios 13:11).
Asimismo el amor nos lleva a oraciones adultas. El niño ora por los suyos, por sà mismo, pero no se acuerda de interceder por los demás, simplemente no los ama.
En Juan 17 Jesús intercede por sus discÃpulos y luego por los que habrÃamos de creer por la palabra de ellos. Su amor iba más allá del presente a amar a los que no conoció en la carne.
Los grandes evangelistas que han visto verdaderos avivamientos, sentÃan pasión y compasión por los perdidos. De más está decir que eran intercesores que derramaban sus almas con gemidos y lágrimas. Y este amor que nace de una intensa relación con Dios, lleva a los creyentes maduros a amar a sus hermanos y aún al mundo.
No sé ni cómo dar un testimonÃo personal de algo que me ocurrió en el año 1991: Una mañana, dejé mi despacho con mi lista de oración y me fui a otro departamento de la iglesia para orar sin ser interrumpido. En el cuarto y quinto lugar de la lista, habÃan dos familias con las cuales habÃamos trabajado mucho. Estaban alejados de la congregación sin ningún motivo válido. Visitas, llamadas telefónicas, invitaciones y otras muchas atenciones, todo sin ningún resultado. Asà que aquella mañana cuando llegué a sus nombres sentà un poco de rabia, me parecÃa que ya se habÃa agotado mi paciencia y que lo correcto era tacharlos y no orar más por ellos. Tomé un lapicero en mi mano, y de repente se apoderó de mà un espÃritu de compasión, sentà hacia ellos una gran lástima, percibà una voz interior que me decÃa: "No lo hagas, ellos no son tuyos, son mÃos, no lo hagas". Guardé el lapicero y sin quererlo estaba llorando. Volvà a orar por ellos con un amor renovado, aunque unos minutos antes habÃa perdido la paciencia y la esperanza.
Debo decir, para la gloria de Dios que antes de un mes después de haberme ocurrido esto las dos familias fueron tocadas con propósito de volver; y aunque ahora mismo no estan todos ocupando su sitio en el cuerpo de Cristo -la asamblea-, hay representación de las dos familias: Un matrimonio y un joven precioso por su espÃritu de alabanza y servicio.
Hubo un momento en la vida de aquel hombre de Dios que fue Samuel, en que tocaba su fin el gobierno de los jueces y el pueblo pidió rey, y le fue concedido. En su discurso de despedida Samuel amonesta al pueblo y los exhorta a servir a Dios en verdad y de todo corazón. "Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros" (1 Samuel 12:19). Y entre otros consejos Samuel responde: "Asà que lejos sea de mà que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto" (1 Samuel 12:23).
Este gran juez, profeta y sacerdote entendÃa (que no era una doctrina) que dejar de orar por el pueblo era pecado contra Dios.
Alguien dijo: "Mal irá la obra cuando son más los organizadores que los agonizadores".
Aunque no nos suene bien, la Palabra dice que somos reyes y sacerdotes. Los dos cometidos primordiales de un sacerdote en el Antiguo Testamento era interceder por el pueblo y procurar su santidad. Con la venida de Cristo, Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, el antiguo sacerdocio fue abolido. Pero ahora en Cristo los convertidos no tenemos una tribu intercesora (la tribu de LevÃ) somos un pueblo de reyes y sacerdotes.
En el sentido de los sacrificios, Romanos 12:1-2.
Asà que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformáos por medio de Ia renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea Ia buena voluntad de Dios santa, agradable y perfecta.
Aquà queda descartada la idea del sacerdote levita ofreciendo sacrificios muertos por el pueblo, puesto que Jesús con un solo sacrificio hizo perfectos para siempre los santificados.
Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo es ofrecernos en amor a ministrar a Dios sirviendo al prójimo.
Juan el evangelista, cuando hace su introducción de la profecÃa apocalÃptica (Apocalipsis 1:5-6) dice:
Y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su san gre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios su Padre, a El sea gloria e imperio por los siglos de los siglos, amén.
No somos reyes de un pueblo ni sacerdotes de una tribu, sino que somos un pueblo de reyes y sacerdotes; para administrar las riquezas de Dios y para interceder con amor por los salvados y por los perdidos. Y al ministrar al Dios de amor, El nos dará amor para que nuestra intercesión sea auténtica y eficaz.
Si lo asocias con el contexto, te darás cuenta que se trata de una comparación entre la percepción de un niño con respecto a las cosas del mundo "adulto" y la percepción que ahora tenemos nosotros con respecto a las cosas que vienen y son perfectas.
Asà como este mismo niño crece y puede comprender mejor su entorno dejando su antigua y básica percepción de niño, asà cuando lo perfecto venga, comprenderemos lo grande de la plenitud de las riquezas en Cristo.
También tiene que ver con la madurez con que actúa el creyente espiritual, no se inquieta por cualquier cosa, no se escandaliza, no actúa por sus sentimientos o impulsos personales como lo hiciera un niño, sino que obra con madurez conforme a lo que le guÃa el EspÃritu Santo.
Es un pasaje muy hermoso de la biblia. Habla de la evolucion del ser humano. Para mi tiene un cariz profético y deberÃas poner toda la carta del Apóstol San Pablo a los Corintios. Pero lo mas importante además de la evolucion de los seres humanos y de sus pensamientos y acciones es la parte final. "Ahora, pues, son validas la fe, la esperanza, y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor" 1 Corintios 13, 11
Eso es lo que la humanidad viene haciendo: cosas de niño, hoy, un poco mezcladas con la rebeldÃa de la juventud...
Significa que cuando la humanidad esté madura, llegará a conocerse a si misma como Dios nos conoce.
Entenderemos todo.
=)
Un hecho básico, que la gente madura con el tiempo.