Murió por una complicación que le causó el sida, para los que preguntan Cris Miró, era un travesti argentino, parecÃa realmente una mujer, era hermosa.
el tenia sida pero de eso no murio ya que ninguan persona muere de sida ya que este afecta al sistema inmunologico destruyendolo y preduciendo que cualkeir enfermadad sea contarida por la prersona con resultados mortales
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CRIS MIRO no murio ,solo se adelanto a donde vamos a llegar todos los buenos .
Sus allegados desmintieron que estuviera enfermo de sida y aseguraron que se trató de una afección pulmonar. Más tarde su representante dijo que fue un cáncer linfático.Llegó a la clÃnica el 20 de mayo, con fuertes dolores de estómago, y, después de que se le hicieron algunos estudios, los médicos decidieron internarlo
algunos dicen que por cancer y otros que por padecer sida
Si a alguien admiraba ella, era a Rita Hayworth, por ese andar desgarbado entre Marlene Dietrich y la chica Divito. Asà se construyó Cris Miró, a lo largo de su metro ochenta y cinco, en sus cortos treinta años. Y la “emocionaba” la escena del cachetazo venido de la ardiente mano de Glenn Ford. Ayer, a las 14.10, después de una enfermedad a la que siempre negó –y sus amigos y familiares siguieron desmintiendo en el después– sufrió el golpe, esta vez fatal, de la muerte, que se la llevó, bajo el disfraz de una “afección pulmonar”. La travesti más famosa de la Argentina murió en la clÃnica Santa Isabel, de Caballito, después de haber sido internada el 20 de mayo. Tras su huella de diva, quedó en estos cinco años de fama una historia de cambio, no sólo en su cuerpo masculino devenido fémina, sino en la piel social, que registra al terminar el siglo nuevas identidades sexuales. Miró, cuyo nombre en el DNI tampoco quiso ella que se publicara, si bien contradictoria, representó, en el cenáculo de la fama revisteril esa diferencia tan largamente ocultada.
Nunca se la vio a Cris Miró en uno de esos mitines de las organizaciones travestis, pidiendo por la liberación de la prostitución callejera. En sus comienzos, su adhesión a un “modelo oficial” de ser mujer, su todavÃa ambigua identidad, la dejaba más colocada en el show business que en la diferencia crÃtica propuesta por las callejeras desde una condición no sólo de género sino también de clase. Lohana Berkins, titular de ALIT, Asociación de Lucha por la Identidad Travesti, la recuerda cuando aún era un transformista que trabajaba en Gaysoline, el boliche de ambiente de Moria Casán, “llegando de varoncito, cambiándose para el show y yéndose otra vez de varón”. Asà fue también en su primera aparición televisiva, de la mano de Moria, en el viejo “Hola Susana”.
De aquel chico que se disfrazaba de chica a la travesti que copó la pasarela de Roberto Piazza y las tablas del Maipo, hubo una construcción de identidad que avanzó, en planos distintos, al ritmo en que las travestis se organizaron polÃticamente y también ocuparon el espacio mediático. “Para cuando ella decide en 1996 operarse las lolas, tomar forma definitiva de mujer, ya habÃa varias miradas sobre nosotras. Hay un paralelismo entre aquella nueva Cris Miró, el afianzamiento de su identidad y la presencia fuerte de las travestis organizadas en los medios”, asegura Berkins. Las militantes cuestionaban en la primera época la brutal desigualdad entre las parias de la Panamericana y la vedette. “Nosotras seguÃamos siendo revulsivas para la misma sociedad que pagaba para ver a una travesti famosa en el teatro.”
También le criticaban que encarnara a la perfección el “mandato patriarcal, esa obligación de parecer bajada de Venus, perfecta, producida como en Hollywood”. Asà debÃa pasearse en los números revisteriles, entre capocómicos de doble sentido, amenazando con strip-teases siempre interrumpidos. En ese sentido es que Miró evidenció el deseo de miles de hombres sobre los nuevos cuerpos travestidos, el mismo deseo que se despliega y concreta en las calles de Palermo. Y por ello es que la antropóloga feminista Josefina Fernández sostiene que “el canje que realiza Cris Miró al vivir de su trabajo como vedette, en tanto cuerpo inserto en un mercado, no se diferencia del canje al que se ve obligada para sobrevivir una travesti que trabaja en Constitución”.
El camino estrellado que eligió Miró comenzó cuando vestÃa sus muñecas de niño, cuando “al jugar a Tarzán era Juana”, en el barrio de Belgrano, como una hija de clase media, que siempre contó no sentirse en esa época especialmente discriminada. Ni aun siendo hija de un retirado de la Armada y jefe de seguridad privada, fallecido en el ‘95 al mismo tiempo que su repentina fama. “A los dieciséis le expliqué todo y sólo atinó a abrazarme.” Ni por el horror de su madre al comienzo, que se calmó después: al fin y al cabo ella también habÃa sido actriz en un par de pelÃculas de la década del 50. Con su hermano médico, tres años mayor, “nunca hubo un problema”. Tampoco con sus “cinco amigos del secundario queson los de toda la vida”. Su histórica opción quedó clara cuando a un periodista que le preguntó por el nombre en su DNI le dijo: “Elegà hacerle caso no a mi documento de identidad, sino a mi identidad”.
Y es que la Miró querÃa tanto ser mujer, como a los brillos del espectáculo que pudo vestir definitivamente cuando en el ‘95 Lino Patalano la convocó para Viva la Revista en el Maipo (ver aparte). Pero no por ese estrellato quedó fuera de la guadaña persecutoria. Debió soportar el acoso de los conservadores extremos en una de sus giras por el interior, la prédica antigay del cura de Miramar, que convocó a sus fieles para que la repudiasen en la puerta del teatro donde trabajaba. Una de esas anécdotas difÃciles de confirmar dice que se debió hacer un boquete para crear una salida secreta que la ayudase a evitar a sus detractores. Ayer en un comunicado, César Cigliutti, de la Comunidad Homosexual Argentina, dijo que Miró “tuvo la valentÃa de ser una persona travesti que se enfrentó públicamente a la intolerancia desde su trabajo y desde su arte. Sufrió la peor de las enfermedades: la de la discriminación”.
Sobre ese punto, sobre la enfermedad que la llevó a la muerte, se negó durante su vida a hablar. Y ayer los cálculos de los especuladores no cerraban entre pestes “correctas” y el sida, tan terriblemente antimarketing. Una revista de chimentos habÃa hecho tapa con ella en “grave estado”, bajo “estrictas normas de seguridad” por “posibles infecciones”. Oficialmente se habló de una “afección pulmonar”. Su manager directamente desmintió la presencia del vih. Finalmente, más allá de las confirmaciones médicas, queda de Cris Miró la aseveración de esa identidad a la que afirmó hasta en las condiciones más increÃbles. Como cuando el recientemente fallecido Tu Sam, intentó vÃa la hipnosis y sometiéndola a un detector de mentiras, hacerle decir que era un hombre. Y falló. Ella contestó semidormida sobre una camilla: “Soy Crisss”, con una ese tan estirada que al pobre Tu Sam los asistentes al show se le rieron.
Murió por una complicación que le causó el sida, para los que preguntan Cris Miró, era un travesti argentino, parecÃa realmente una mujer, era hermosa.
Quien es ese?
el tenia sida pero de eso no murio ya que ninguan persona muere de sida ya que este afecta al sistema inmunologico destruyendolo y preduciendo que cualkeir enfermadad sea contarida por la prersona con resultados mortales