Me vino a la memoria una anécdota de cuando era niño: Tenía unos siete años y en el colegio íbamos a ir de excursión al zoológico, todos los niños tenían que llevar una gorra roja y su refrigerio. A otros niños les daban dinero para que se compren lo que quisieran, a mi casi nunca me daban, en parte creo porque a mis padres no les parecía que debían darme dinero y en parte porque no tenían para darme. Estudiaba en un colegio particular, casi la mayoría de alumnos era gente pudiente, yo era muy pobre y mis padres hacían un esfuerzo porque estudiara allí. La cosa es que ese día de la excursión fuimos en un bus amarillo, de esos que tienen una raya negra al medio y llegamos, uno de mis compañeros era un chinito que tenía una casa enorme, sus padres tenían dinero y por alguna extraña razón el chinito estaba como desanimado, creo que como lo tenía todo estaba aburrido con la vida. Le habían dado de propina un billete de 100, lo recuerdo con claridad, para que se hagan una idea un algodón de azúcar costaba 10, ese billete era bastante dinero para un niño y de un momento a otro se lo sacó del bolsillo y me dijo que me lo regalaba y sin más ni más me lo dio. Yo me quedé con cara de WTF! pero lo recibí contento, no es que me lo haya dado de lástima, lo encontraba medio harto, medio aburrido, creo que me lo dio porque estaba a su costado, si cualquier otro hubiese estado igual se lo daba. Recuerdo que ese día la maestra me pidió...

...que le prestara diez soles para que le compre un algodón de azúcar a su hijo de cinco años, que se había olvidado su cartera y que cuando llegáramos al colegio me lo devolvía, le presté y recuerdo que todo el camino le cobre ja, ja, ja. hasta que llegamos y me devolvió. Regresando a lo del otro niño de los cien soles, no recuerdo en qué me lo gasté pero recuerdo el hecho y al chinito que me lo dio, sabe Dios por qué razón je, je.