a noción de éxito no es fácil de disociar del eco que provoca; de su intensidad y duración. ¿Por qué personas sin ninguna talla humana obtienen tanta resonancia? ¿Por qué personas con rectitud inspiran a tan pocos? Una de las medidas del éxito se encuentra en el eco que consigue y en la duración de éste, pero no es la única. Hay que añadir más criterios para discernir entre éxitos que nos convienen y aquéllos que no vale la pena fomentar ni en uno mismo ni en la sociedad. Los primeros son los que nos podrían conciliar con la vida lograda, con la abundancia de progreso personal y social. El criterio fundamental para discernir la calidad del éxito es el papel que éste acaba representando en el entramado de necesidades emocionales que tenemos". Es uno de los razonamientos que el profesor del IESE, Luis Huete, desgrana en su libro Construye tu sueño, estrategias para el progreso profesional y personal,de reciente aparición.
Reflexionar sobre el éxito en una cultura que mitifica el triunfo personal, habitualmente coronado sólo por signos externos, resulta cuando menos reconfortante para quienes seguimos pensando que debe haber algo más. Que es imposible que hayamos construido y desarrollado una sociedad con un listón tan bajo para todos los intangibles que contribuyen al progreso personal. Ni que decir tiene que una búsqueda del éxito profesional por encima de todo, en alguien con responsabilidad empresa puede desembocar en situaciones peligrosas para quienes dependen de él y para la vida de la propia corporación. ¿Dónde debemos situar exactamente al éxito dentro de nuestra estructura de necesidades emocionales?
"Dependerá de las personas. Por ejemplo, los valores de una mujer acostumbran a ser diferentes a los de los hombres", dice Olga Puig-La Calle, directora general de Myrurgia. "Pero lo cierto es que confundimos muy a menudo el sentido de la palabra éxito. Algunas veces lo confundimos con estatus y otras con reconocimiento.Ambas son visiones cortoplacistas y parciales; en cambio, creo que el éxito de verdad sólo lo puedes ver a largo plazo. Es el que te dirá la vida en el futuro a nivel global, como persona". Al final, en este futuro, lo que va a contar es cómo uno se siente. Antonio González Barros, presidente del Grupo Intercom, recuerda que sólo hay dos cosas que hagan feliz a una persona. "Y es algo que descubrieron unos antropólogos americanos muchos años atrás: hacer algo por conseguir los deseos y tener que esforzarse para ello". Y añade , sobre todo, "no poner demasiado alto el listón de las necesidades básicas. Si buscas y esperas demasiado de una necesidad emocional, corres un alto riesgo. Por ejemplo, nunca tienes bastante seguridad -¿y si mañana quedo inválido?-o no tienes suficiente con el cargo -quiero mandar más-y luchas para que la gente te quiera más y más -he de ser más admirado-y tampoco estás contento con el trabajo -una parte de él me aburre-... Es absurdo enfocar la vida así porque siempre faltará algo. Debe remediarse. Por suerte hay resortes en que apoyarse".
Para Luis Huete, todas las necesidades son legítimas, pero "entre ellas hay un juego cuyas reglas hay que conocer para ganar la partida de vivir inteligentemente". En realidad, hace una distinción importante entre el éxito y el logro. La diferencia entre ambos conceptos está en la composición química de las necesidades emocionales de una persona. "En el caso de las personas de éxito,dice, el compuesto está formado, en su gran mayoría, por las necesidades emocionales básicas: seguridad, variedad, singularidad y conexión. En cambio, en el caso de las personas de logro,el compuesto tiene un porcentaje elevado de las necesidades emocionales avanzadas: progreso personal y social. Es decir, moverse para incrementar la sabiduría personal y hacer obras desinteresadamente. Las personas de logro tienen una fuerte disciplina personal para no alimentar las necesidades básicas con sustancias que sean incompatibles con las avanzadas. Esa disciplina, en c ambio, no existe en las personas de éxito".
La distinción entre ambos tipos de persona no resulta fácil de realizar desde dentro.Entre otras cosas, porque el peso de las cuatro necesidades básicas es importante. "Caer en la trampa de relacionar éxito con dinero, poder, relaciones e imagen pone en marcha un proceso que impide oir las voces del progreso personal y social", dice.
En el libro avisa sobre los peligros de equivocar el tiro en la vida, en función de unos excesivos cantos de sirena de las cuatro necesidades básicas y da unas recetas prácticas. En primer lugar, hay que conseguir que el dinero sea importante, pero no la medida de uno mismo. Si lo acaba siendo, lo más probable es que se busque mediante fórmulas poco elegantes.En segundo lugar, está el poder. Malo si el cargo se toma como rasero de la valía personal. "Las personas que van a por el puesto de otro para alimentar su ego,suelen dejarse en el proceso su credibilidad y autoridad moral".
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a noción de éxito no es fácil de disociar del eco que provoca; de su intensidad y duración. ¿Por qué personas sin ninguna talla humana obtienen tanta resonancia? ¿Por qué personas con rectitud inspiran a tan pocos? Una de las medidas del éxito se encuentra en el eco que consigue y en la duración de éste, pero no es la única. Hay que añadir más criterios para discernir entre éxitos que nos convienen y aquéllos que no vale la pena fomentar ni en uno mismo ni en la sociedad. Los primeros son los que nos podrían conciliar con la vida lograda, con la abundancia de progreso personal y social. El criterio fundamental para discernir la calidad del éxito es el papel que éste acaba representando en el entramado de necesidades emocionales que tenemos". Es uno de los razonamientos que el profesor del IESE, Luis Huete, desgrana en su libro Construye tu sueño, estrategias para el progreso profesional y personal,de reciente aparición.
Reflexionar sobre el éxito en una cultura que mitifica el triunfo personal, habitualmente coronado sólo por signos externos, resulta cuando menos reconfortante para quienes seguimos pensando que debe haber algo más. Que es imposible que hayamos construido y desarrollado una sociedad con un listón tan bajo para todos los intangibles que contribuyen al progreso personal. Ni que decir tiene que una búsqueda del éxito profesional por encima de todo, en alguien con responsabilidad empresa puede desembocar en situaciones peligrosas para quienes dependen de él y para la vida de la propia corporación. ¿Dónde debemos situar exactamente al éxito dentro de nuestra estructura de necesidades emocionales?
"Dependerá de las personas. Por ejemplo, los valores de una mujer acostumbran a ser diferentes a los de los hombres", dice Olga Puig-La Calle, directora general de Myrurgia. "Pero lo cierto es que confundimos muy a menudo el sentido de la palabra éxito. Algunas veces lo confundimos con estatus y otras con reconocimiento.Ambas son visiones cortoplacistas y parciales; en cambio, creo que el éxito de verdad sólo lo puedes ver a largo plazo. Es el que te dirá la vida en el futuro a nivel global, como persona". Al final, en este futuro, lo que va a contar es cómo uno se siente. Antonio González Barros, presidente del Grupo Intercom, recuerda que sólo hay dos cosas que hagan feliz a una persona. "Y es algo que descubrieron unos antropólogos americanos muchos años atrás: hacer algo por conseguir los deseos y tener que esforzarse para ello". Y añade , sobre todo, "no poner demasiado alto el listón de las necesidades básicas. Si buscas y esperas demasiado de una necesidad emocional, corres un alto riesgo. Por ejemplo, nunca tienes bastante seguridad -¿y si mañana quedo inválido?-o no tienes suficiente con el cargo -quiero mandar más-y luchas para que la gente te quiera más y más -he de ser más admirado-y tampoco estás contento con el trabajo -una parte de él me aburre-... Es absurdo enfocar la vida así porque siempre faltará algo. Debe remediarse. Por suerte hay resortes en que apoyarse".
Para Luis Huete, todas las necesidades son legítimas, pero "entre ellas hay un juego cuyas reglas hay que conocer para ganar la partida de vivir inteligentemente". En realidad, hace una distinción importante entre el éxito y el logro. La diferencia entre ambos conceptos está en la composición química de las necesidades emocionales de una persona. "En el caso de las personas de éxito,dice, el compuesto está formado, en su gran mayoría, por las necesidades emocionales básicas: seguridad, variedad, singularidad y conexión. En cambio, en el caso de las personas de logro,el compuesto tiene un porcentaje elevado de las necesidades emocionales avanzadas: progreso personal y social. Es decir, moverse para incrementar la sabiduría personal y hacer obras desinteresadamente. Las personas de logro tienen una fuerte disciplina personal para no alimentar las necesidades básicas con sustancias que sean incompatibles con las avanzadas. Esa disciplina, en c ambio, no existe en las personas de éxito".
La distinción entre ambos tipos de persona no resulta fácil de realizar desde dentro.Entre otras cosas, porque el peso de las cuatro necesidades básicas es importante. "Caer en la trampa de relacionar éxito con dinero, poder, relaciones e imagen pone en marcha un proceso que impide oir las voces del progreso personal y social", dice.
En el libro avisa sobre los peligros de equivocar el tiro en la vida, en función de unos excesivos cantos de sirena de las cuatro necesidades básicas y da unas recetas prácticas. En primer lugar, hay que conseguir que el dinero sea importante, pero no la medida de uno mismo. Si lo acaba siendo, lo más probable es que se busque mediante fórmulas poco elegantes.En segundo lugar, está el poder. Malo si el cargo se toma como rasero de la valía personal. "Las personas que van a por el puesto de otro para alimentar su ego,suelen dejarse en el proceso su credibilidad y autoridad moral".
El tercer semáforo es