Por lo común estas perlas del manto tienen algún punto de contacto, en su base, con el resto de la concha del molusco; por ello, su forma suele ser irregular y para aprovechar comercialmente las perlas se requiere un pulimento adecuado. Sólo sirven, desde ese punto de vista, para fabricar figurillas de nácar, relativamente toscas, a veces por vÃa artificial, introduciendo un cebo (una granalla de plomo o algo semejante) entre la concha y el manto del animal. Tal hacen los chinos para fabricar figurillas de nácar con su madreperla de rÃo (Dipsas plicatus). Por vÃa natural se pueden producir espesamientos en la capa de nácar de la concha, por la acción de granos de arena o por los estÃmulos provocados por diversos parásitos que perforan la concha.
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madrépora.
(Del it. madrepora).
1. f. Zool. Celentéreo antozoo colonial, que vive en los mares intertropicales y forma un polipero calcáreo y arborescente.
2. f. Zool. Este mismo polipero, que llega a formar escollos e islas en el océano Pacífico.
hola =)
Definición. En sentido muy lato el término madreperla se aplica a la sustancia calcárea que, con una estructura especial, constituye la capa interna de la concha de diversos moluscos (v.), tales como la madreperla china de rÃo (Dipsas plicatus), la almeja de rÃo (Unio pictorum y otras especies afines), la oreja de mar (caracoles marinos del género Haliotis), el nautilo perlÃfero (Nautilus pompilius), la madreperla de rÃo (Margaritana margaritifera), etc. En sentido más estricto se llaman madreperlas u ostras'perlÃferas a diversas especies de ostreidos marinos del género Melrtigrina, cuyas conchas en su interior tienen una capa llamada de nácar. Ãsta es una sustancia calcárea, iridiscente por segregarse en finÃsimas capas sucesivas, traslúcidas, que reflejan y refractan, de modo fÃsicamente complicado, la luz incidente; asà se produce el brillo peculiar u oriente de la masa nacarada perlÃfera. Esta secreción de sustancia nacarada se debe a una actividad del manto del molusco, en contacto con un cuerpo extraño, que servirá de núcleo de una futura perla.
Por lo común estas perlas del manto tienen algún punto de contacto, en su base, con el resto de la concha del molusco; por ello, su forma suele ser irregular y para aprovechar comercialmente las perlas se requiere un pulimento adecuado. Sólo sirven, desde ese punto de vista, para fabricar figurillas de nácar, relativamente toscas, a veces por vÃa artificial, introduciendo un cebo (una granalla de plomo o algo semejante) entre la concha y el manto del animal. Tal hacen los chinos para fabricar figurillas de nácar con su madreperla de rÃo (Dipsas plicatus). Por vÃa natural se pueden producir espesamientos en la capa de nácar de la concha, por la acción de granos de arena o por los estÃmulos provocados por diversos parásitos que perforan la concha.
Además de las perlas del manto se conocen otras perlas, que son empleadas en joyerÃa, originadas por una actividad interna de ciertos órganos del animal (laminillas branquiales, hÃgado, etc.). Ãstas son tÃpicas en la Meleagrina y en otros grupos de ostreidos y avicúlidos; la misma ostra común comestible puede producir perlas, pero de estructura muy basta y sin ningún valor comercial. El núcleo origen de una perla puede ser un granito de arena; pero se supone que algunos parásitos (trematodos y cestodos, singularmente) al formar diminutos -quistes en el interior del animal, sirven de núcleo de formación. Al iniciarse la secreción de la sustancia calcárea, la misma perla incipiente sirve de estÃmulo para el lento depósito de nuevas capas nacaradas, con lo que el crecimiento de la perla, desde un tamaño muy pequeño, puede alcanzar dimensiones considerables. Se ha citado el caso de una perla gigante capturada en Australia en 1917 que pesó 100 granos (1 grano=0,0648 gramos) tenÃa 18 X 15 mm., pues era ovalada (forma más apreciada que la esférica), y fue evaluada en 20.000 libras esterlinas.
Valor comercial. Desde los tiempos más remotos han sido apreciadas las perlas como objetos ornamentales y de adorno. Solas o en unión con gemas se han utilizado en la fabricación de joyas diversas, desde recargadas coronas o cetros reales hasta sencillos pendientes. Su valor comercial es muy variable. Depende del brillo u oriente, del tamaño, de la forma. A pesar de las excelentes y bellas perlas artificiales, cuya elaboración quÃmica se mantiene más o menos en secreto, o protegida por patentes por los distintos fabricantes, las perlas naturales siguen cotizándose a mejor precio en el mercado internacional. Prácticamente son indistinguibles las perlas naturales obtenidas de las madreperlas que se pescan al azar en sus criaderos (entre muchas sólo unas pocas contendrán perlas de algún valor), de las perlas cultivadas, que son naturales, puesto que las fabrican las ostras, pero cuya producción se provoca por medios artificiales diversos. Son, sobre todo, los japoneses los que han logrado, en parques ostrÃcolas de instalación complicada, criar madreperlas en las que con estÃmulos extraños (p. ej., con un chorro de agua que contenga granitos pesados en suspensión) provocan la formación de perlas, con un porcentaje elevado de éxitos. Esas perlas cultivadas, por lo demás, se originan y crecen igual que las otras. Dicho crecimiento hay que calcularlo, generalmente, entre dos y cinco años para obtener una perla aprovechable comercialmente.
Madréporas. Las madréporas (grupo madreporarios o escleractinias) son formas coloniales de pólipos de antozoos hexacoralarios (v. CELENTÃREOS; CORALES) con polÃpero (esqueleto calcáreo muy mineralizado) más o menos ramificado. Ese esqueleto crece siempre desde una lámina basal externa al animal. Sin embargo, durante su crecimiento los tejidos blandos de la colonia se extienden superficialmente y cubren total o casi totalmente las partes esclerificadas; de esto resulta que el esqueleto, o madrépora en sentido estricto, es, en apariencia, interno. El carbo