En La parábola del joven tuerto, Francisco Rojas González retrata magníficamente pasajes y paisajes de la vida en el México rural. Con frecuencia se habla del talento narrativo natural de este autor y de su capacidad singular de reconstruir fiel y expresivamente los ambientes del campo. Sin embargo, pocas veces se departe sobre su extraordinaria capacidad de plasmar las características sociológicas y psicológicas de la población mexicana. La parábola del joven tuerto capta varias de estas características, como lo son la percepción, las actitudes, la autoestima y el locus de control.
La parábola del joven tuerto es la historia de un joven que posee media visión y que ha sabido llevar su vida de manera apropiada. Trabaja, pasea por las calles y plazas de su pueblo y apoya a su madre en el sustento del hogar. Vivía bien y estaba resignado a tener solamente un sólo ojo bueno hasta que otro muchacho “descubre” su deficiencia y la hace evidente para los demás burlándose de él.
La primera peculiaridad psicológica representada que se descubre en el cuento de Rojas González es la autoestima baja denotada por el protagonista. Éste cree que por ser tuerto tiene que ser objeto de “misericordia” y cree que carecer de media visión es una “falla” y un “defecto”. El joven tuerto, asimismo, es una persona fácilmente influenciable y que depende de la aprobación de los demás; lo anterior se hace ver cuando el “indiscreto escolar” se burla de su deficiencia; a partir de este momento, la vida se le torna ingrata, siente vergüenza por sí mismo y deja de caminar con la cara alta y con paso garboso.
El joven tuerto encuentra las causas y variables conductuales en el ambiente y no en su organismo (en causas mentales o físicas). La desventura para el protagonista no es poseer media visión (pues como se decía a sí mismo “teniendo uno bueno, el otro resulta un lujo”) sino la percepción de los demás, “el hallazgo” de los demás, en torno a su deficiencia.
El joven tuerto trata en todo momento de ser aprobado por los escolares del pueblo y busca junto a su madre solución a su mal. Ambos intentan con remedios caseros, “remedios de comadrería”, y recetas médicas, pero todo es en vano. “Entonces se pensó en buscar por otro camino... ( : ) tan sólo disimulo de la gente para aquella tara que les resultaba tan fastidiosa”. Madre e hijo van al santuario de la Virgen de los Lagos y oran porque la gente dejara de burlarse del joven tuerto o que al menos disimulase su deficiencia. Con lo anterior es evidente que el joven tuerto quiere y busca “mimetizarse” con el medio, pasar inadvertido. Precisamente es en el santuario donde se siente bien, donde es “una molécula de la muchedumbre” y nadie señala su tacha.
Por otra parte, Rojas González capta cómo el mexicano tiende a hacer atribuciones de causalidad a agentes exteriores como lo son la suerte, el azar, los dioses y la Virgen de San Juan. El estar observando de manera sandia e imprudente los fuegos pirotécnicos durante la fiesta del pueblo dedicada a la Virgen y que por consiguiente una varilla de un cohetón alcanzara el rostro del protagonista, no fue la razón adjudicada a la desgracia (después bendición) del tuerto. Fue, como lo manifestó la madre del protagonista, la Virgen de San Juan quien, en atención sus plegarias y a las de su hijo, lo cegó completamente. La divinidad hizo “el milagro” de dejarlo ciego para que el pueblo quedase “chasqueado” y buscase otro tuerto de quien burlarse.
Creo que una moraleja de La parábola del joven tuerto es que para definir la conducta se tienen que identificar los factores ambientales involucrados. El cuentista jalisciense muestra con su obra hasta qué punto el ambiente puede ser un componente inherente de la conducta y cómo la conducta no puede separarse del contexto en el cual ocurre. El cuento de Rojas González es extraordinario en el sentido de que refleja de qué manera la externalidad puede invadir el pensamiento de las personas.
Lo que no dice el autor, pero que deberían conocer sus lectores es que el encontrar como causantes del éxito o fracaso personal a agentes externos (como el destino, el azar, la suerte, otros individuos, divinidades y Vírgenes) puede servir temporalmente de evasiva, escapatoria, pretexto, disculpa o justificación, pero es también esta externalidad la que contribuye a forjar una baja motivación.
La parábola del joven tuerto confirma el vínculo de Rojas González con el folclor, con los valores y con las costumbres mexicanas. Si bien la obra del cuentista jalisciense retrata características de la psicología del mexicano, el autor no demuestra en ningún momento una mirada de superioridad cultural. La narración de Rojas González, a pesar de retratar aspectos de la conducta del mexicano, siempre es llana y libre de todo prejuicio.
De ti depende si quieres librarte de la ansiedad, la solución se encuentra aquí http://superartuansiedad.latis.info/?MuT8 Conozco a mucha gente que se han curado de la ansiedad con este método. Este problema puede pasar a cualquiera, he tenido una amiga muy buena que ha tenido está problema y sabiendo de otros que se han curado le he recomendado y a ella este método y ahora está completamente curada.
Para mí, está clara la idea de la discriminación. En esta parábola el autor nos demuestra la crueldad de la gente que señala con facilidad las diferencias en los demás. Los hace sentir verdaderamente mal y hasta los puede estigmatizar, si me permites esa palabra, con un trato tan frío y dañino como el que recibe el personaje de esta obra por parte de la sociedad en la que vive.
Cuando al final el joven termina totalmente ciego, queda definitivamente redimido ante la mirada de los demás. Ya no es un "a medias"...ahora es un ciego total.
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En La parábola del joven tuerto, Francisco Rojas González retrata magníficamente pasajes y paisajes de la vida en el México rural. Con frecuencia se habla del talento narrativo natural de este autor y de su capacidad singular de reconstruir fiel y expresivamente los ambientes del campo. Sin embargo, pocas veces se departe sobre su extraordinaria capacidad de plasmar las características sociológicas y psicológicas de la población mexicana. La parábola del joven tuerto capta varias de estas características, como lo son la percepción, las actitudes, la autoestima y el locus de control.
La parábola del joven tuerto es la historia de un joven que posee media visión y que ha sabido llevar su vida de manera apropiada. Trabaja, pasea por las calles y plazas de su pueblo y apoya a su madre en el sustento del hogar. Vivía bien y estaba resignado a tener solamente un sólo ojo bueno hasta que otro muchacho “descubre” su deficiencia y la hace evidente para los demás burlándose de él.
La primera peculiaridad psicológica representada que se descubre en el cuento de Rojas González es la autoestima baja denotada por el protagonista. Éste cree que por ser tuerto tiene que ser objeto de “misericordia” y cree que carecer de media visión es una “falla” y un “defecto”. El joven tuerto, asimismo, es una persona fácilmente influenciable y que depende de la aprobación de los demás; lo anterior se hace ver cuando el “indiscreto escolar” se burla de su deficiencia; a partir de este momento, la vida se le torna ingrata, siente vergüenza por sí mismo y deja de caminar con la cara alta y con paso garboso.
El joven tuerto encuentra las causas y variables conductuales en el ambiente y no en su organismo (en causas mentales o físicas). La desventura para el protagonista no es poseer media visión (pues como se decía a sí mismo “teniendo uno bueno, el otro resulta un lujo”) sino la percepción de los demás, “el hallazgo” de los demás, en torno a su deficiencia.
El joven tuerto trata en todo momento de ser aprobado por los escolares del pueblo y busca junto a su madre solución a su mal. Ambos intentan con remedios caseros, “remedios de comadrería”, y recetas médicas, pero todo es en vano. “Entonces se pensó en buscar por otro camino... ( : ) tan sólo disimulo de la gente para aquella tara que les resultaba tan fastidiosa”. Madre e hijo van al santuario de la Virgen de los Lagos y oran porque la gente dejara de burlarse del joven tuerto o que al menos disimulase su deficiencia. Con lo anterior es evidente que el joven tuerto quiere y busca “mimetizarse” con el medio, pasar inadvertido. Precisamente es en el santuario donde se siente bien, donde es “una molécula de la muchedumbre” y nadie señala su tacha.
Por otra parte, Rojas González capta cómo el mexicano tiende a hacer atribuciones de causalidad a agentes exteriores como lo son la suerte, el azar, los dioses y la Virgen de San Juan. El estar observando de manera sandia e imprudente los fuegos pirotécnicos durante la fiesta del pueblo dedicada a la Virgen y que por consiguiente una varilla de un cohetón alcanzara el rostro del protagonista, no fue la razón adjudicada a la desgracia (después bendición) del tuerto. Fue, como lo manifestó la madre del protagonista, la Virgen de San Juan quien, en atención sus plegarias y a las de su hijo, lo cegó completamente. La divinidad hizo “el milagro” de dejarlo ciego para que el pueblo quedase “chasqueado” y buscase otro tuerto de quien burlarse.
Creo que una moraleja de La parábola del joven tuerto es que para definir la conducta se tienen que identificar los factores ambientales involucrados. El cuentista jalisciense muestra con su obra hasta qué punto el ambiente puede ser un componente inherente de la conducta y cómo la conducta no puede separarse del contexto en el cual ocurre. El cuento de Rojas González es extraordinario en el sentido de que refleja de qué manera la externalidad puede invadir el pensamiento de las personas.
Lo que no dice el autor, pero que deberían conocer sus lectores es que el encontrar como causantes del éxito o fracaso personal a agentes externos (como el destino, el azar, la suerte, otros individuos, divinidades y Vírgenes) puede servir temporalmente de evasiva, escapatoria, pretexto, disculpa o justificación, pero es también esta externalidad la que contribuye a forjar una baja motivación.
La parábola del joven tuerto confirma el vínculo de Rojas González con el folclor, con los valores y con las costumbres mexicanas. Si bien la obra del cuentista jalisciense retrata características de la psicología del mexicano, el autor no demuestra en ningún momento una mirada de superioridad cultural. La narración de Rojas González, a pesar de retratar aspectos de la conducta del mexicano, siempre es llana y libre de todo prejuicio.
De ti depende si quieres librarte de la ansiedad, la solución se encuentra aquí http://superartuansiedad.latis.info/?MuT8 Conozco a mucha gente que se han curado de la ansiedad con este método. Este problema puede pasar a cualquiera, he tenido una amiga muy buena que ha tenido está problema y sabiendo de otros que se han curado le he recomendado y a ella este método y ahora está completamente curada.
Hola, Miguel.
Para mí, está clara la idea de la discriminación. En esta parábola el autor nos demuestra la crueldad de la gente que señala con facilidad las diferencias en los demás. Los hace sentir verdaderamente mal y hasta los puede estigmatizar, si me permites esa palabra, con un trato tan frío y dañino como el que recibe el personaje de esta obra por parte de la sociedad en la que vive.
Cuando al final el joven termina totalmente ciego, queda definitivamente redimido ante la mirada de los demás. Ya no es un "a medias"...ahora es un ciego total.