No tiene un significado concreto, es simplemente un retrato de una mujer. Hay rumores de que la mujer que pinto era su amante, pero cuando estaba terminando el cuadro lo dejó con ella y le cambio el rostro por el de otra mujer. Esto no se sabe de seguro, son rumores.
Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de esta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las dos majas, en forma similar a lo ocurrido con la Venus del espejo de Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya.
En el diseño de este cuadro el dibujo es decisivo, por ese motivo y por el predominio de una gama cromática frÃa se nota la influencia del neoclasicismo, si bien Goya va mucho más allá de tal ismo.
Cabe destacar la particular luminosidad que Goya da al cuerpo de la desnuda, luminosidad que contrasta con el resto del ambiente, y junto a esa luminosidad la tÃpica expresividad que Goya sabe dar a los ojos.
Si en la cultura occidental hasta Goya y desde hacÃa siglos casi siempre se recurrÃa a subterfugios para representar a la mujer desnuda (por ejemplo temas mÃticos), en La maja desnuda tenemos a una mujer real.
Es notable que, aún dentro de la tÃpica fuerza de las pinceladas que caracterizan a Goya, el artista se ha esmerado en el tratamiento de las carnaduras y sombreados acompañadas por la figuración sutil de las telas, la coloración se hace con un minucioso juego de verdes que contrasta con blancos y rosados, de este modo la maja casi parece suspendida mediante su brillo y delicadeza, suspendida en un espacio oscuro que ella ilumina.
Se sabe que en un principio ambos grandes cuadros, La maja vestida y La maja desnuda, eran propiedad de Manuel Godoy, donde la vestida se hallaba colocada sobre la desnuda, de tal modo que mediante un mecanismo se descubrÃa este último cuadro. Actualmente ambos se encuentran desde 1910 en el Museo del Prado. Previamente, se custodiaron en la Real Academia de San Fernando, pero en una sala reservada, de acceso restringido, donde se acumulaban los cuadros de desnudo más atrevidos.
La historia de la obra es de por sà interesante por sus peripecias: en 1807 Fernando VII se la confiscó a Godoy, y en 1814 la Inquisición decidió secuestrarla por "obscena" e iniciarle un juicio a Goya, de tal juicio el pintor logró la absolución merced al influjo del cardenal don Luis MarÃa de Borbón y Vallabriga, pero la pintura quedó depositada fuera de la vista del público prácticamente hasta inicios del siglo XX.
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La maja desnuda en un cuadro pintado por Goya.
No tiene un significado concreto, es simplemente un retrato de una mujer. Hay rumores de que la mujer que pinto era su amante, pero cuando estaba terminando el cuadro lo dejó con ella y le cambio el rostro por el de otra mujer. Esto no se sabe de seguro, son rumores.
Espero haberte ayudado, un saludo
La maja desnuda es una de las más célebres obras del Francisco José de Goya y Lucientes. El cuadro es una obra de encargo pintada antes de 1800, en un periodo que estarÃa entre 1790 y 1800, fecha de la primera referencia documentada de esta obra.[1] Luego formó pareja con La maja vestida, datada entre 1802 y 1805,[2] probablemente a requerimiento de Manuel Godoy, pues consta que formaron parte de un gabinete de su casa.
En ambas pinturas se retrata de cuerpo entero a una misma hermosa mujer recostada plácidamente en un lecho y mirando directamente al observador. No se trata de un desnudo mitológico, sino de una mujer real, contemporánea a Goya, e incluso en su época se le llamó «la Gitana». La primacÃa temporal de La maja desnuda indica que en el momento de ser pintado, el cuadro no estaba pensado para formar pareja.
Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de esta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las dos majas, en forma similar a lo ocurrido con la Venus del espejo de Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya.
En el diseño de este cuadro el dibujo es decisivo, por ese motivo y por el predominio de una gama cromática frÃa se nota la influencia del neoclasicismo, si bien Goya va mucho más allá de tal ismo.
Aunque se ubica dentro de la estética del neoclasicismo, ésta (como otras del mismo pintor) obra de Goya es audaz y atrevida para su época, como audaz es la expresión del rostro y actitud corporal de la modelo, que parece sonreÃr satisfecha y contenta de sus gracias. Más aún, es la primera obra de arte (conocida) en la cual aparece pintado el vello púbico femenino, lo cual resalta el erotismo de la composición.
Cabe destacar la particular luminosidad que Goya da al cuerpo de la desnuda, luminosidad que contrasta con el resto del ambiente, y junto a esa luminosidad la tÃpica expresividad que Goya sabe dar a los ojos.
Si en la cultura occidental hasta Goya y desde hacÃa siglos casi siempre se recurrÃa a subterfugios para representar a la mujer desnuda (por ejemplo temas mÃticos), en La maja desnuda tenemos a una mujer real.
Es notable que, aún dentro de la tÃpica fuerza de las pinceladas que caracterizan a Goya, el artista se ha esmerado en el tratamiento de las carnaduras y sombreados acompañadas por la figuración sutil de las telas, la coloración se hace con un minucioso juego de verdes que contrasta con blancos y rosados, de este modo la maja casi parece suspendida mediante su brillo y delicadeza, suspendida en un espacio oscuro que ella ilumina.
Se sabe que en un principio ambos grandes cuadros, La maja vestida y La maja desnuda, eran propiedad de Manuel Godoy, donde la vestida se hallaba colocada sobre la desnuda, de tal modo que mediante un mecanismo se descubrÃa este último cuadro. Actualmente ambos se encuentran desde 1910 en el Museo del Prado. Previamente, se custodiaron en la Real Academia de San Fernando, pero en una sala reservada, de acceso restringido, donde se acumulaban los cuadros de desnudo más atrevidos.
La historia de la obra es de por sà interesante por sus peripecias: en 1807 Fernando VII se la confiscó a Godoy, y en 1814 la Inquisición decidió secuestrarla por "obscena" e iniciarle un juicio a Goya, de tal juicio el pintor logró la absolución merced al influjo del cardenal don Luis MarÃa de Borbón y Vallabriga, pero la pintura quedó depositada fuera de la vista del público prácticamente hasta inicios del siglo XX.