Enero lo aviva al sol como apurando a un churrasco,
y allí en el medio del monte entre crujidos y hachazos
la gente distingue un ruido que no es común en el pago.
Es el ruido de un motor que esta llegando a los saltos,
porque viene en la picada queriendo domar las huellas que le dejaron los carros.
El hachero que escucho dejo amagado un hachazo,
y gritando de alegría se fue corriendo a los saltos,
porque ese ruido no es otro que el ruido claro del auto,
en el que llega el patrón con la plata del salario.
Por eso corren contentos, por eso van a esperarlo,
todos quieren ser primeros en saber la hora del pago
pa dirse a lavar al rancho mientras tejen ilusiones y hacen planes para gastarlo:
- yo voy a comprar ropa nueva
- no, yo otro vista para rato
- yo voy a ver si llego al pueblo porque no jui en todo el año!
Y otros entre truco y vino seguro han de liquidarlo,
y así entre la algarabía de prepararse pal pago
la gente olvida que un Dios le dio a todos un destino que es un camino marcado,
y que si alguno lo deja se ensume hasta las orejas en el charco del diablo.
Pero en eso nadie piensa,
y ya en el medio de la siesta las guaina barren un patio, le acomodan los asientos y cuelgan unos faroles para que sirvan pa la fiesta.
¡Ya abrió la administración! Gritó un hachero a la gente y asomo un señor de lentes que le llaman contador
se escuda en un mostrador que encaja contra una puerta
y allí pide las libretas para hacer la liquidación:
- ¡A ver… Ramiro González!
- ¡Presente!
Gritó un paisano que refregando las manos se acerco hasta el mostrador
- esto es lo que te sobro, son 33 con 90, pone el dedo en el recibo acá tenés la libreta
y si es que queres chupar paga la caña al contado porque ya saben ustedes que para el chupe no hay cuenta
- ¡aja!
le dijo González
- traiga nomás esa caña ya que es plata lo que sobra
y se fue a el baile prendido de la botella.
Y así siguieron pasando los hacheros en cadena,
cada hachero un eslabón, cada eslabón una pena,
penas que pronto olvidaron con esa caña que quema,
porque todos se llevaron para el baile su botella,
y hasta que llego la noche, en aquel rancho de fiesta,
fiesta pobre del hachero que no sabe ni una letra,
y el que montado en sus sueños quiere escapar a rienda suelta por el camino del vino hasta una vida mas buena,
pero el vino es traicionero y... y lo aparta de esa huella.
El lo empuja desde adentro para que vuelva a la fiesta,
el lo invita a que demuestre que es mas hombre que cualquiera,
porque el vino... el vino manda fácil cuando el hombre es sin escuela.
Y así comienza la cosa, tal vez por una soncera,
empieza la discusión, los ánimos se caldean,
y después de un empujón, ya esta lista la pelea.
Benítez quiso sacar a la novia de Cabrera,
y el novio en cuanto lo vio copo la banca en la fiesta
- ¡No chupe si es que no aguanta! ¡Y conmigo no se meta, no sea que lo planche de un cachetazo en la jeta!
Y ese fue todo el motivo que originó la tragedia.
Benítez sacó el cuchillo, también lo saco Cabrera,
y al pobre viejo don Castro cuando vino a separar,
Benítez le erró un puntazo que de darle lo bandea,
los cuchillos se encontraron, se gatearon como fieras
Benítez perdió dos pasos que fue ganando Cabrera,
se hicieron unos amagues, como estudiando flaquezas,
Benítez tanteó el destino dejando la guardia abierta,
y el otro que no era manco lo convirtió en osamenta,
y allí empezaron los gritos, lamentaciones y quejas,
el patrón vino corriendo, se agarraba la cabeza y le hecho mil maldiciones a los que hicieron la fiesta.
Benítez era buen hachero y... y perderlo era una pena,
el contador de los lentes que llegaba en camiseta,
mirando dijo en voz alta sin reparo a que lo oyeran:
- ¡Cuando no estos negros no van a andar en pelea je! ¡Tienen plata y ya se chupan! ¡Mas vale que ni nacieran!
- No mi amigo, no se pase, que también es culpa nuestra.
Dijo el patrón en un tono como a callarlo se enseña
- Nosotros trajimos plata, y vendimos ese vino que fue el que tomo Benítez y hecho sangre ahora chorrea, aunque de todas las culpas la mayor es la ignorancia de esta gente sin escuela, que se divierte a su modo ya que chupar es su fiesta, no se divierten mejor porque nadie les enseña, lo mismo que el trabajar y ese vivir como bestias o de no saber firmar por no conocer las letras, fue porque nadie les dijo que en el pueblo hay una escuela donde hay un director y tal vez una maestra que ya hubieran evitado hace rato esta pelea, con esos dones de padre que brotan de su paciencia.
Pero ya no pudo hablar, se hizo el duro a su manera y se corrió pa lo oscuro, disimulando su pena.
Y en el medio de aquel patio, como una muestra inservible de otro tipo de coraje,
se fue apagando Benítez, tendido en un viejo catre.
La noche se hizo profunda, quedo en silencio el obraje.
un hacha quedo sin dueño, un hijo quedo sin padre, y un cuzco pensó pa dentro:
- si estaré solo en el rancho ya no hará falta que ladre.
Allí quedaba ese hachero, personaje de una historia escrita en su propia sangre,
para carne de los chismes de las viejas del paraje,
o para que al llegar al pueblo en un cajón sin lustrarse,
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Nos ponemos en contacto y te mando la informacion....sabas de mi
Saludos
Hubo Pago en el Obraje
Corre el año 39 en un obraje del chaco
Enero lo aviva al sol como apurando a un churrasco,
y allí en el medio del monte entre crujidos y hachazos
la gente distingue un ruido que no es común en el pago.
Es el ruido de un motor que esta llegando a los saltos,
porque viene en la picada queriendo domar las huellas que le dejaron los carros.
El hachero que escucho dejo amagado un hachazo,
y gritando de alegría se fue corriendo a los saltos,
porque ese ruido no es otro que el ruido claro del auto,
en el que llega el patrón con la plata del salario.
Por eso corren contentos, por eso van a esperarlo,
todos quieren ser primeros en saber la hora del pago
pa dirse a lavar al rancho mientras tejen ilusiones y hacen planes para gastarlo:
- yo voy a comprar ropa nueva
- no, yo otro vista para rato
- yo voy a ver si llego al pueblo porque no jui en todo el año!
Y otros entre truco y vino seguro han de liquidarlo,
y así entre la algarabía de prepararse pal pago
la gente olvida que un Dios le dio a todos un destino que es un camino marcado,
y que si alguno lo deja se ensume hasta las orejas en el charco del diablo.
Pero en eso nadie piensa,
y ya en el medio de la siesta las guaina barren un patio, le acomodan los asientos y cuelgan unos faroles para que sirvan pa la fiesta.
¡Ya abrió la administración! Gritó un hachero a la gente y asomo un señor de lentes que le llaman contador
se escuda en un mostrador que encaja contra una puerta
y allí pide las libretas para hacer la liquidación:
- ¡A ver… Ramiro González!
- ¡Presente!
Gritó un paisano que refregando las manos se acerco hasta el mostrador
- esto es lo que te sobro, son 33 con 90, pone el dedo en el recibo acá tenés la libreta
y si es que queres chupar paga la caña al contado porque ya saben ustedes que para el chupe no hay cuenta
- ¡aja!
le dijo González
- traiga nomás esa caña ya que es plata lo que sobra
y se fue a el baile prendido de la botella.
Y así siguieron pasando los hacheros en cadena,
cada hachero un eslabón, cada eslabón una pena,
penas que pronto olvidaron con esa caña que quema,
porque todos se llevaron para el baile su botella,
y hasta que llego la noche, en aquel rancho de fiesta,
fiesta pobre del hachero que no sabe ni una letra,
y el que montado en sus sueños quiere escapar a rienda suelta por el camino del vino hasta una vida mas buena,
pero el vino es traicionero y... y lo aparta de esa huella.
El lo empuja desde adentro para que vuelva a la fiesta,
el lo invita a que demuestre que es mas hombre que cualquiera,
porque el vino... el vino manda fácil cuando el hombre es sin escuela.
Y así comienza la cosa, tal vez por una soncera,
empieza la discusión, los ánimos se caldean,
y después de un empujón, ya esta lista la pelea.
Benítez quiso sacar a la novia de Cabrera,
y el novio en cuanto lo vio copo la banca en la fiesta
- ¡No chupe si es que no aguanta! ¡Y conmigo no se meta, no sea que lo planche de un cachetazo en la jeta!
Y ese fue todo el motivo que originó la tragedia.
Benítez sacó el cuchillo, también lo saco Cabrera,
y al pobre viejo don Castro cuando vino a separar,
Benítez le erró un puntazo que de darle lo bandea,
los cuchillos se encontraron, se gatearon como fieras
Benítez perdió dos pasos que fue ganando Cabrera,
se hicieron unos amagues, como estudiando flaquezas,
Benítez tanteó el destino dejando la guardia abierta,
y el otro que no era manco lo convirtió en osamenta,
y allí empezaron los gritos, lamentaciones y quejas,
el patrón vino corriendo, se agarraba la cabeza y le hecho mil maldiciones a los que hicieron la fiesta.
Benítez era buen hachero y... y perderlo era una pena,
el contador de los lentes que llegaba en camiseta,
mirando dijo en voz alta sin reparo a que lo oyeran:
- ¡Cuando no estos negros no van a andar en pelea je! ¡Tienen plata y ya se chupan! ¡Mas vale que ni nacieran!
- No mi amigo, no se pase, que también es culpa nuestra.
Dijo el patrón en un tono como a callarlo se enseña
- Nosotros trajimos plata, y vendimos ese vino que fue el que tomo Benítez y hecho sangre ahora chorrea, aunque de todas las culpas la mayor es la ignorancia de esta gente sin escuela, que se divierte a su modo ya que chupar es su fiesta, no se divierten mejor porque nadie les enseña, lo mismo que el trabajar y ese vivir como bestias o de no saber firmar por no conocer las letras, fue porque nadie les dijo que en el pueblo hay una escuela donde hay un director y tal vez una maestra que ya hubieran evitado hace rato esta pelea, con esos dones de padre que brotan de su paciencia.
Pero ya no pudo hablar, se hizo el duro a su manera y se corrió pa lo oscuro, disimulando su pena.
Y en el medio de aquel patio, como una muestra inservible de otro tipo de coraje,
se fue apagando Benítez, tendido en un viejo catre.
La noche se hizo profunda, quedo en silencio el obraje.
un hacha quedo sin dueño, un hijo quedo sin padre, y un cuzco pensó pa dentro:
- si estaré solo en el rancho ya no hará falta que ladre.
Allí quedaba ese hachero, personaje de una historia escrita en su propia sangre,
para carne de los chismes de las viejas del paraje,
o para que al llegar al pueblo en un cajón sin lustrarse,
la gente diga tristona:
- Je! hubo pago en el obraje!
-=> LUIS LANDRISCINA <=