Campaña al interior (con paso por Cordoba) y al Alto Perú (1810-1811); Campaña al Paraguay (1811) y la Campaña a la Banda Oriental (1811-1812).
La Campaña al Interior y al Alto perú salió al Mando militar de Ortíz de Ocampo, como segundo de este, estaba Balcarce y al mando político y como veedor de la Primera Junta estaba Vieytes. Al pasar por Córdoba derrotaron a los contrarevolucionarios de Liniers y Gutierrez de la Concha y los tomaron prisioneros junto a otros, (entre ellos al obispo Rodrigo de Orellana). Desobedeciendo la órden de Moreno (que estaba al mando de la secretaría de guerra de la Primera Junta) de fusilar a todo el que desconociera al nuevo gobierno patrio, intentaron llevarlos presos a Buenos Aires. Enterado de esto Moreno mandó a una nueva conducción política al mando de Castelli y French para que se hiciera cargo de la expedición. Alcanzaron a la caravana en un paraje llamado Cabeza
de Tigre y de inmediato fusilaron a los detenidos (solo se salvó el obispo que fué enviado preso a Luján).
Ocampo fué removido del mando militar, en su lugar asumió Balcarce, como segundo asumió Viamonte y la conducción política quedó en manos de Castelli. Ocampo fué dejado en Santiago del Estero reuniendo tropas. Así continuó la expedición al alto perú. En el norte llevaron a cabo las batallas de Cotagaita (fueron derrotados), Suipacha (vencieron), Huaqui (fueron derrotados) y Amiraya o Sipe Sipe (también fueron derrotados).
Luego Belgrano se hizo cargo del ejército del Norte en la segunda campaña al alto Perú.
La expedición a Paraguay estubo al mando militar de Belgrano. Este enfrentó a los paraguayos (que no quisieron plegarse a la revolución) en tierra parguaya. Belgrano tenía apenas 1000 hombres, muy cansados y mal pertrechados, pero igual enfrentó con valor y fiereza a los paraguayos que eran 7.000 y pico. Viéndose superado retrocedió hacta Tacuarí y con 4000 hombres volvió a presentar batalla contra 3.000 paraguayos. Su coraje y valor fué tal que despertó admiración en sus adversarios que le permitieron retirarse sin aniquilarlo totalmente. Perdió pero logró inculcarle (a través de la correspondencia) a Cabañas que estaba al mando de los paraguayos realistas las ideas revolucionarias, que hicieron más tarde estallar la revolución en Asunción.
La expedición a La banda Oriental y a Montevideo desde Buenos Aires fué comandada por Rondeau y apoyada por Artigas desde la campiña uruguaya. Luego del triunfo de Artigas en Las Piedras contra los realistas, Rondeau sitió a Montevideo hasta Octubre de 1811. Luego ante el avance de tropas Portuguesas sobre territorio Uruguayo, Buenos Aires negoció con Montevideo el retiró de las tropas porteñas. Esto le ganó el enojo de Artigas que se retiró a Entre Ríos de ahí en más se mostraría reacio al proyecto de Buenos Aires y encararía el suyo propio llamado liga de pueblos libres.
Las expediciones militares españolas entre 1811 y 1816
Como afirma Heredia, las escasas posibilidades de enviar contingentes armados importantes obligaba al gobierno español a elegir rígidamente un punto de destino, descartando otros. Y por suerte para los hombres de gobierno de Buenos Aires, este punto era considerado mucho menos importante por las autoridades españolas que otros focos revolucionarios como, por ejemplo, Caracas. En el año 1811 partieron tres expediciones de España: una se dirigió a La Habana y Veracruz, otra a Montevideo y una tercera a Puerto Rico. Las cifras demuestran la escasa prioridad otorgada al Río de la Plata: sobre un total de 1.068 hombres enviados a América, sólo 87 fueron destinados al Río de la Plata, en tanto que la mayor parte se dirigió al norte de la región sudamericana. Si revisamos las expediciones salidas en 1812, se confirma la tendencia anteriormente apuntada: del total de personas embarcadas (5.814), el 80% tenía como destino final Nueva España. (1) En vano habían sido enviadas las reclamaciones de las autoridades montevideanas -Salazar, Elío y Vigodet. Por el contrario, habían tenido mayor incidencia las presiones existentes dentro de la Madre Patria, particularmente las del embajador británico Henry Wellesley, opuestas al envío de expediciones al Río de la Plata.
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Campaña al interior (con paso por Cordoba) y al Alto Perú (1810-1811); Campaña al Paraguay (1811) y la Campaña a la Banda Oriental (1811-1812).
La Campaña al Interior y al Alto perú salió al Mando militar de Ortíz de Ocampo, como segundo de este, estaba Balcarce y al mando político y como veedor de la Primera Junta estaba Vieytes. Al pasar por Córdoba derrotaron a los contrarevolucionarios de Liniers y Gutierrez de la Concha y los tomaron prisioneros junto a otros, (entre ellos al obispo Rodrigo de Orellana). Desobedeciendo la órden de Moreno (que estaba al mando de la secretaría de guerra de la Primera Junta) de fusilar a todo el que desconociera al nuevo gobierno patrio, intentaron llevarlos presos a Buenos Aires. Enterado de esto Moreno mandó a una nueva conducción política al mando de Castelli y French para que se hiciera cargo de la expedición. Alcanzaron a la caravana en un paraje llamado Cabeza
de Tigre y de inmediato fusilaron a los detenidos (solo se salvó el obispo que fué enviado preso a Luján).
Ocampo fué removido del mando militar, en su lugar asumió Balcarce, como segundo asumió Viamonte y la conducción política quedó en manos de Castelli. Ocampo fué dejado en Santiago del Estero reuniendo tropas. Así continuó la expedición al alto perú. En el norte llevaron a cabo las batallas de Cotagaita (fueron derrotados), Suipacha (vencieron), Huaqui (fueron derrotados) y Amiraya o Sipe Sipe (también fueron derrotados).
Luego Belgrano se hizo cargo del ejército del Norte en la segunda campaña al alto Perú.
La expedición a Paraguay estubo al mando militar de Belgrano. Este enfrentó a los paraguayos (que no quisieron plegarse a la revolución) en tierra parguaya. Belgrano tenía apenas 1000 hombres, muy cansados y mal pertrechados, pero igual enfrentó con valor y fiereza a los paraguayos que eran 7.000 y pico. Viéndose superado retrocedió hacta Tacuarí y con 4000 hombres volvió a presentar batalla contra 3.000 paraguayos. Su coraje y valor fué tal que despertó admiración en sus adversarios que le permitieron retirarse sin aniquilarlo totalmente. Perdió pero logró inculcarle (a través de la correspondencia) a Cabañas que estaba al mando de los paraguayos realistas las ideas revolucionarias, que hicieron más tarde estallar la revolución en Asunción.
La expedición a La banda Oriental y a Montevideo desde Buenos Aires fué comandada por Rondeau y apoyada por Artigas desde la campiña uruguaya. Luego del triunfo de Artigas en Las Piedras contra los realistas, Rondeau sitió a Montevideo hasta Octubre de 1811. Luego ante el avance de tropas Portuguesas sobre territorio Uruguayo, Buenos Aires negoció con Montevideo el retiró de las tropas porteñas. Esto le ganó el enojo de Artigas que se retiró a Entre Ríos de ahí en más se mostraría reacio al proyecto de Buenos Aires y encararía el suyo propio llamado liga de pueblos libres.
Las expediciones militares españolas entre 1811 y 1816
Como afirma Heredia, las escasas posibilidades de enviar contingentes armados importantes obligaba al gobierno español a elegir rígidamente un punto de destino, descartando otros. Y por suerte para los hombres de gobierno de Buenos Aires, este punto era considerado mucho menos importante por las autoridades españolas que otros focos revolucionarios como, por ejemplo, Caracas. En el año 1811 partieron tres expediciones de España: una se dirigió a La Habana y Veracruz, otra a Montevideo y una tercera a Puerto Rico. Las cifras demuestran la escasa prioridad otorgada al Río de la Plata: sobre un total de 1.068 hombres enviados a América, sólo 87 fueron destinados al Río de la Plata, en tanto que la mayor parte se dirigió al norte de la región sudamericana. Si revisamos las expediciones salidas en 1812, se confirma la tendencia anteriormente apuntada: del total de personas embarcadas (5.814), el 80% tenía como destino final Nueva España. (1) En vano habían sido enviadas las reclamaciones de las autoridades montevideanas -Salazar, Elío y Vigodet. Por el contrario, habían tenido mayor incidencia las presiones existentes dentro de la Madre Patria, particularmente las del embajador británico Henry Wellesley, opuestas al envío de expediciones al Río de la Plata.
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