Borges dio muchas definiciones de lo que consideraba literatura. Una de ellas consiste en que la literatura es un sueño dirigido. De hecho Borges manifestó alguna vez que su oficio era el de tejer sueños. Comentó también que en el cuento “La Muerte y la Brújula” encontró el sabor de Buenos Aires gracias al hecho de haberse abandonado al sueño y por no haber buscado palabras regionales en los diccionarios. Hay muchos momentos de la obra borgeana que confirman la afirmación de que la literatura es un sueño voluntario. Borges escribió varios textos donde los personajes pueden intervenir, mediante su voluntad, para modificar el contenido del sueño o pesadilla.
“Episodio del Enemigo” (1972) es uno de esos textos. En él se narra un diálogo entre dos personajes, uno de los cuales tiene como nombre Borges y el otro es alguien que entra en la casa del primero con la firme intención de asesinarlo. Conversan sobre épocas pasadas donde el personaje Borges habría maltratado a un niño - que sería hoy el personaje que llega con intenciones de matarlo. Las marcas textuales permiten identificar características, en ambos personajes, que son propias del hombre Borges (vestimenta, libros, uso de bastón, edad, etc.) lo que convierte a la lectura en un paseo apasionante. Por fin, cuando el personaje -que nunca sabremos el nombre- menciona que tiene la intención de matar al personaje Borges, éste manifiesta que puede hacer algo para librarse de la muerte. Ante la negativa del otro, porque lo tiene a su merced, el personaje Borges responde que él puede despertarse. El texto finaliza con la frase: "Y así lo hice". De este modo el personaje escapa de la muerte gracias a la capacidad de despertarse de una pesadilla - muerte- simplemente por una decisión voluntariamente tomada. El hombre llamado Borges podía dirigir su sueño, con lo cual confirmaba su cualidad de escritor.
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Borges dio muchas definiciones de lo que consideraba literatura. Una de ellas consiste en que la literatura es un sueño dirigido. De hecho Borges manifestó alguna vez que su oficio era el de tejer sueños. Comentó también que en el cuento “La Muerte y la Brújula” encontró el sabor de Buenos Aires gracias al hecho de haberse abandonado al sueño y por no haber buscado palabras regionales en los diccionarios. Hay muchos momentos de la obra borgeana que confirman la afirmación de que la literatura es un sueño voluntario. Borges escribió varios textos donde los personajes pueden intervenir, mediante su voluntad, para modificar el contenido del sueño o pesadilla.
“Episodio del Enemigo” (1972) es uno de esos textos. En él se narra un diálogo entre dos personajes, uno de los cuales tiene como nombre Borges y el otro es alguien que entra en la casa del primero con la firme intención de asesinarlo. Conversan sobre épocas pasadas donde el personaje Borges habría maltratado a un niño - que sería hoy el personaje que llega con intenciones de matarlo. Las marcas textuales permiten identificar características, en ambos personajes, que son propias del hombre Borges (vestimenta, libros, uso de bastón, edad, etc.) lo que convierte a la lectura en un paseo apasionante. Por fin, cuando el personaje -que nunca sabremos el nombre- menciona que tiene la intención de matar al personaje Borges, éste manifiesta que puede hacer algo para librarse de la muerte. Ante la negativa del otro, porque lo tiene a su merced, el personaje Borges responde que él puede despertarse. El texto finaliza con la frase: "Y así lo hice". De este modo el personaje escapa de la muerte gracias a la capacidad de despertarse de una pesadilla - muerte- simplemente por una decisión voluntariamente tomada. El hombre llamado Borges podía dirigir su sueño, con lo cual confirmaba su cualidad de escritor.