Entre los déspotas ilustrados más significativos del periodo deben ser citados los ejemplos de Carlos III en España, José I el Reformador en Portugal, Federico II el Grande en Prusia, Catalina II la Grande en Rusia y el emperador José II. Todos ellos intentaron impulsar, en alguna medida, reformas en distintas áreas (educación, justicia, agricultura, libertad de prensa o tolerancia religiosa).
El régimen político más extendido en el siglo XVII es el absolutismo. El absolutismo del siglo XVIII recibe el nombre de “Despotismo Ilustrado”, que se puede definir como “la utilización de la ideología ilustrada por parte de las leyes absolutas para mantener su absolutismo”.
La Ilustración es un pensamiento crítico y reformista. Los reyes absolutos, pues, del siglo XVIII (los llamados “déspotas ilustrados”), toman de la Ilustración lo que les conviene y, apoyándose en ella, introducen en sus estados una serie de reformas y mejoras importantes: suprimen los restos que aún quedaban de feudalismo (es el caso de Federico II de Prusia y María Teresa de Austria); protegen la agricultura con la construcción de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos; urbanizan y modernizan las ciudades (Carlos III de España fue el que convirtió a Madrid en ciudad moderna abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola de alumbrado público).
Introducen reformas judiciales, por ejemplo, suprimiendo la tortura que hasta entonces se había utilizado por los jueces como forma corriente de investigación; y crean multitud de centros educativos, como academias y universidades. Sin embargo, estas reformas se llevan a cabo sin contar con el pueblo; el lema del despotismo ilustrado es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Además, rechazan lo que es más importante de la Ilustración: la libertad política. Por eso, la burguesía ilustrada, que al principio apoya la reforma de los reyes, cuando ven que estos no conceden lo más importante, la libertad, se vuelven contra el absolutismo y se producen revoluciones.
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Catalina II de Rusia
Carlos III de España
Federico II de Prusia
Maria Teresa de Austria
Pedro I de Russia
Gustavo III de Suecia
Federico VI de Dinamarca
José II de Habsburgo
José I de Portugal
Entre los déspotas ilustrados más significativos del periodo deben ser citados los ejemplos de Carlos III en España, José I el Reformador en Portugal, Federico II el Grande en Prusia, Catalina II la Grande en Rusia y el emperador José II. Todos ellos intentaron impulsar, en alguna medida, reformas en distintas áreas (educación, justicia, agricultura, libertad de prensa o tolerancia religiosa).
ESPERO Y SEA UTIL ME RESPUETA HASTA LUEGO...
Thomas Hobbes
Charles de Secondad
Francois Marie Arouet (Voltaire)
Jean-Jacques Rousseau
Federico de Prusia
Catalina II (la grande)
Jose II de alemania
El Marques de Pomal
Maria Teresa de austria
Gustavo III de suecia
EL DESPOTISMO ILUSTRADO
Carlos III de España
El régimen político más extendido en el siglo XVII es el absolutismo. El absolutismo del siglo XVIII recibe el nombre de “Despotismo Ilustrado”, que se puede definir como “la utilización de la ideología ilustrada por parte de las leyes absolutas para mantener su absolutismo”.
La Ilustración es un pensamiento crítico y reformista. Los reyes absolutos, pues, del siglo XVIII (los llamados “déspotas ilustrados”), toman de la Ilustración lo que les conviene y, apoyándose en ella, introducen en sus estados una serie de reformas y mejoras importantes: suprimen los restos que aún quedaban de feudalismo (es el caso de Federico II de Prusia y María Teresa de Austria); protegen la agricultura con la construcción de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos; urbanizan y modernizan las ciudades (Carlos III de España fue el que convirtió a Madrid en ciudad moderna abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola de alumbrado público).
Introducen reformas judiciales, por ejemplo, suprimiendo la tortura que hasta entonces se había utilizado por los jueces como forma corriente de investigación; y crean multitud de centros educativos, como academias y universidades. Sin embargo, estas reformas se llevan a cabo sin contar con el pueblo; el lema del despotismo ilustrado es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Además, rechazan lo que es más importante de la Ilustración: la libertad política. Por eso, la burguesía ilustrada, que al principio apoya la reforma de los reyes, cuando ven que estos no conceden lo más importante, la libertad, se vuelven contra el absolutismo y se producen revoluciones.