Los Estados Multinacionales están compuestos por diferentes naciones que constituyen comunidades históricas que comparten una lengua, una cultura y un territorio. La formación de estos estados puede producirse como incorporación voluntaria (federación) o involuntaria (conquista). Canadá sería un buen ejemplo de Estado multinacional, compuesto por: ingleses, franceses y aborígenes.
Existe la posibilidad de que estás "minorías nacionales" tengan el deseo de seguir siendo sociedades diferenciadas respecto de la cultura mayoritaria de la que forman parte. Por tanto, exigen diversas formas de autonomía o autogobierno para asegurar su supervivencia como sociedades distintas. La autonomía de las minorías nacionales puede ser de diferentes grados; desde conseguir ciertos derechos de representación política dentro del Estado multinacional a independizarse de este. Los derechos de autogobierno consistirían en una delegación de poderes por parte del Estado a las minorías nacionales. Si las minorías nacionales optarán por independizarse crearían un nuevo Estado.
Según algunas doctrinas de la ciencia política, un Estado-nación se caracteriza por tener un territorio claramente delimitado, una población relativamente constante (si bien no fija), y un gobierno.1
El Estado-nación nace, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de los Treinta Años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a organizaciones territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites espaciales y, por lo tanto, de poder.
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Los Estados Multinacionales están compuestos por diferentes naciones que constituyen comunidades históricas que comparten una lengua, una cultura y un territorio. La formación de estos estados puede producirse como incorporación voluntaria (federación) o involuntaria (conquista). Canadá sería un buen ejemplo de Estado multinacional, compuesto por: ingleses, franceses y aborígenes.
Existe la posibilidad de que estás "minorías nacionales" tengan el deseo de seguir siendo sociedades diferenciadas respecto de la cultura mayoritaria de la que forman parte. Por tanto, exigen diversas formas de autonomía o autogobierno para asegurar su supervivencia como sociedades distintas. La autonomía de las minorías nacionales puede ser de diferentes grados; desde conseguir ciertos derechos de representación política dentro del Estado multinacional a independizarse de este. Los derechos de autogobierno consistirían en una delegación de poderes por parte del Estado a las minorías nacionales. Si las minorías nacionales optarán por independizarse crearían un nuevo Estado.
Según algunas doctrinas de la ciencia política, un Estado-nación se caracteriza por tener un territorio claramente delimitado, una población relativamente constante (si bien no fija), y un gobierno.1
El Estado-nación nace, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de los Treinta Años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a organizaciones territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites espaciales y, por lo tanto, de poder.