causas: Desde 1814 en adelante, la Argentina se había visto sacudida por una serie de guerras civiles, que enfrentaron al partido federal con el centralismo, generalmente identificado con los gobiernos porteños. Esta situación privó al país de un gobierno central – en forma casi permanente – desde 1820 en adelante.
Desde 1831, el sistema de organización estatal estaba determinado por la llamada Confederación Argentina, una laxa unión de estados provinciales, unidos por algunos pactos y tratados entre ellos. Desde 1835, el dominio real del país estuvo en manos del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, munido además de la "suma del poder público"; en que la legislatura porteña jugaba un papel moderador muy poco visible.
En 1839, y en mayor medida a partir de 1840, una cruel guerra civil sacudió todo el país, afectando a todas y cada una de las provincias – algo que no había ocurrido en tal medida hasta ese momento – y costando miles de víctimas. Rosas logró vencer a sus enemigos, asegurando su predominio aún más acentuado que antes. Una campaña en el interior del Chacho Peñaloza y una larga rebelión de la provincia de Corrientes logró afectar a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, pero también fueron derrotados en 1847. Desde entonces, la Confederación gozó de una relativa paz.
Consecuencias
Rosas, herido de bala en una mano, huyó a Buenos Aires. En el «Hueco de los sauces» (actual Plaza Garay) redactó su renuncia:
«Creo haber llenado mi deber con mis conciudadanos y compañeros. Si más no hemos hecho en el sostén de nuestra independencia, nuestra identidad, y de nuestro honor, es porque más no hemos podido».
Pocas horas después, protegido por el cónsul británico Robert Gore, Rosas se embarcó en la fragata británica Centaur rumbo al exilio en Gran Bretaña.
A Buenos Aires empezaron a llegar los primeros fugitivos a las 11:00 horas, anunciando la devastadora derrota. Pronto la ciudad quedó acéfala y se iniciaron los saqueos de parte de grupos de vándalos mientras Mansilla se mostraba incapaz de detenerlos, permitiendo finalmente que tropas de las flotas extranjeras entraran en la urbe para proteger a sus ciudadanos, diplomáticos y sus propiedades. Sin embargo, el vandalismo continuó hasta el día 4. Las tropas de Mansilla eran apenas seis batallones de guardias nacionales que se disolvieron al saber de la derrota. Finalmente el 5 de febrero a pedido de los enviados extranjeros Urquiza envió tres batallones para imponer el orden. Recién quince días después el general victorioso entró en la capital, en un desfile y montando el caballo de Rosas Poco después se nombró al presidente del Tribunal Superior de Buenos Aires, Vicente López y Planes, como gobernador interino.
Además de la ejecución de Chilavert y varios oficiales rosistas en el campo de batalla, todos los sobrevivientes del Regimiento de Aquino fueron fusilados sin juicio, y sus cadáveres colgados de los árboles de Palermo de San Benito, la residencia de Rosas ocupada por sus vencedores. Tiempo después fueron enjuiciados y ejecutados los miembros del escuadrón de represión rosista conocido como La Mazorca, figurando entre ellos Ciriaco Cuitiño y Leandro Antonio Alén, padre éste último del célebre caudillo radical Leandro N. Alem y abuelo de Hipólito Yrigoyen.
La batalla de Caseros permitió al Partido Unitario de la Argentina organizarse en Buenos Aires, llamar a una constitución, y empezar a definir una estructura de gobierno liberal.
En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había sublevado contra Rosas el 1º de mayo de 1851 en que lanzó el llamado Pronunciamiento de Urquiza.
La batalla culminó con la victoria del Ejército Grande y la derrota de Rosas, que el mismo día renunció al gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Consecuencias: La batalla de Caseros de 1852 implicó el fin del proyecto rosista y un avance en la construcción del Estado nacional. En 1853, el conjunto de las provincias con excepción de Buenos Aires, sancionó una constitución de corte federal. Ese acuerdo no corrió la suerte efímera de las que la habían precedido y abrió paso a una organización nacional definitiva. Entre 1853 y 1862 la separación entre la Confederación Argentina liderada por Urquiza y el Estado de Buenos Aires liderado por los autonomistas, revivió viejas disputas y volvió a fragmentar el escenario político. Los enfrentamientos militares de Cepeda en 1859 y Pavón en 1861 dan cuenta del peso de esa discordia. Finalmente, la unidad fue lograda. El triunfo del proyecto liberal nacionalista permitió reconstruir la hegemonía porteña mediante la creación de un Estado nacional muy dinámico que logró someter a los poderes provinciales. Entre 1862 y 1880, las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda consolidaron esta política mediante una estrategia que combinaba la represión y el acuerdo. Sus fines fueron alcanzar la subordinación a la autoridad central, la organización institucional y la integración territorial.
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creo que paso algo muy interesante -.-
Nose era chiquito
causas: Desde 1814 en adelante, la Argentina se había visto sacudida por una serie de guerras civiles, que enfrentaron al partido federal con el centralismo, generalmente identificado con los gobiernos porteños. Esta situación privó al país de un gobierno central – en forma casi permanente – desde 1820 en adelante.
Desde 1831, el sistema de organización estatal estaba determinado por la llamada Confederación Argentina, una laxa unión de estados provinciales, unidos por algunos pactos y tratados entre ellos. Desde 1835, el dominio real del país estuvo en manos del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, munido además de la "suma del poder público"; en que la legislatura porteña jugaba un papel moderador muy poco visible.
En 1839, y en mayor medida a partir de 1840, una cruel guerra civil sacudió todo el país, afectando a todas y cada una de las provincias – algo que no había ocurrido en tal medida hasta ese momento – y costando miles de víctimas. Rosas logró vencer a sus enemigos, asegurando su predominio aún más acentuado que antes. Una campaña en el interior del Chacho Peñaloza y una larga rebelión de la provincia de Corrientes logró afectar a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, pero también fueron derrotados en 1847. Desde entonces, la Confederación gozó de una relativa paz.
Consecuencias
Rosas, herido de bala en una mano, huyó a Buenos Aires. En el «Hueco de los sauces» (actual Plaza Garay) redactó su renuncia:
«Creo haber llenado mi deber con mis conciudadanos y compañeros. Si más no hemos hecho en el sostén de nuestra independencia, nuestra identidad, y de nuestro honor, es porque más no hemos podido».
Pocas horas después, protegido por el cónsul británico Robert Gore, Rosas se embarcó en la fragata británica Centaur rumbo al exilio en Gran Bretaña.
A Buenos Aires empezaron a llegar los primeros fugitivos a las 11:00 horas, anunciando la devastadora derrota. Pronto la ciudad quedó acéfala y se iniciaron los saqueos de parte de grupos de vándalos mientras Mansilla se mostraba incapaz de detenerlos, permitiendo finalmente que tropas de las flotas extranjeras entraran en la urbe para proteger a sus ciudadanos, diplomáticos y sus propiedades. Sin embargo, el vandalismo continuó hasta el día 4. Las tropas de Mansilla eran apenas seis batallones de guardias nacionales que se disolvieron al saber de la derrota. Finalmente el 5 de febrero a pedido de los enviados extranjeros Urquiza envió tres batallones para imponer el orden. Recién quince días después el general victorioso entró en la capital, en un desfile y montando el caballo de Rosas Poco después se nombró al presidente del Tribunal Superior de Buenos Aires, Vicente López y Planes, como gobernador interino.
Además de la ejecución de Chilavert y varios oficiales rosistas en el campo de batalla, todos los sobrevivientes del Regimiento de Aquino fueron fusilados sin juicio, y sus cadáveres colgados de los árboles de Palermo de San Benito, la residencia de Rosas ocupada por sus vencedores. Tiempo después fueron enjuiciados y ejecutados los miembros del escuadrón de represión rosista conocido como La Mazorca, figurando entre ellos Ciriaco Cuitiño y Leandro Antonio Alén, padre éste último del célebre caudillo radical Leandro N. Alem y abuelo de Hipólito Yrigoyen.
La batalla de Caseros permitió al Partido Unitario de la Argentina organizarse en Buenos Aires, llamar a una constitución, y empezar a definir una estructura de gobierno liberal.
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Caseros#Co...
En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había sublevado contra Rosas el 1º de mayo de 1851 en que lanzó el llamado Pronunciamiento de Urquiza.
La batalla culminó con la victoria del Ejército Grande y la derrota de Rosas, que el mismo día renunció al gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Consecuencias: La batalla de Caseros de 1852 implicó el fin del proyecto rosista y un avance en la construcción del Estado nacional. En 1853, el conjunto de las provincias con excepción de Buenos Aires, sancionó una constitución de corte federal. Ese acuerdo no corrió la suerte efímera de las que la habían precedido y abrió paso a una organización nacional definitiva. Entre 1853 y 1862 la separación entre la Confederación Argentina liderada por Urquiza y el Estado de Buenos Aires liderado por los autonomistas, revivió viejas disputas y volvió a fragmentar el escenario político. Los enfrentamientos militares de Cepeda en 1859 y Pavón en 1861 dan cuenta del peso de esa discordia. Finalmente, la unidad fue lograda. El triunfo del proyecto liberal nacionalista permitió reconstruir la hegemonía porteña mediante la creación de un Estado nacional muy dinámico que logró someter a los poderes provinciales. Entre 1862 y 1880, las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda consolidaron esta política mediante una estrategia que combinaba la represión y el acuerdo. Sus fines fueron alcanzar la subordinación a la autoridad central, la organización institucional y la integración territorial.